La Ciudad del Grabado es, con diferencia, lo mejor que he leído en género fantástico en lo que llevamos de año.
Primera novela de la escritora australiana K.J. Bishop, que pese a padecer de todos los defectos de las obras primerizas, es una novela diferente por las formas narrativas que embellecen la novela y la enorme capacidad de crear imágenes con las palabras que posee esta escritora, que de seguro será seguida multitudinariamente en poco tiempo.
La acción comienza como uno de esos wester italianos donde dos de los personajes principales de la novela se encuentran intentando escapar de un pasado que los persigue de forma implacable.
La cirujana Raule y el mercenario Gwynn comparten pasado, aunque no amistad, son fugitivos de pasadas aventuras en mejores tiempos que se reencuentran y la necesidad de supervivencia les hace unir esfuerzos para llegar a la ciudad de Ashamoil. En la ciudad se separarán momentáneamente hasta que los acontecimientos vuelvan a unirlos. Raule ejerce de cirujana mientras Gwynn es reclutado por una de las bandas mafiosas que dominan la ciudad. El descubrimiento de un grabado donde aparece Gwynn, y la busca de la persona que ha realizado dicho grabado lo conducirá junto a Beth, una extraña mujer que juega con la ambigüedad de pertenecer a dos mundos diferentes.
Diferentes tramas se entrecruzan sin ser ninguna de ellas el tema principal de la novela, donde Ashamoil es la auténtica protagonista de esta historia de palabras rebuscadas y evocadoras. La ciudad poco tiene que ver con la Nueva Crobuzon de Miéville, con la que es comparada en la contraportada promocional del libro. Situada en la Meseta de Teleute, un lugar imaginario situado en una región tropical donde desemboca el río Skamander, al que nunca le faltan algunos cadáveres flotando en sus negras aguas, es una ciudad estado representada como un lugar en plana decadencia, la descripción de esta ciudad, con reminiscencias entre hindúes y africanas, le da un aire a ghetto colonial por el aspecto y costumbres victorianas de sus habitantes.
La escritora despliega durante un buen número de páginas sus dotes narrativas en la detallada descripción, casi fotográfica, que hace de todo aquello que conforma el paisaje cotidiano de la ciudad; los colores, olores y ruidos hasta las sensaciones que les producen a los personajes cada pequeño detalle que les rodea. Es la parte de la novela más delicada en cuanto al lenguaje empleado por la Bishop, pero también es donde más se puede apreciar el pecado de primeriza al querer meter todo lo que quiere transmitir en cada párrafo como si la vida le fuese en ello. Estos pasajes cambian el trasfondo que nos habíamos hecho a priori de lo que encontraríamos en la historia, pasa de ser una novela de aventuras a un paseo por un mundo onírico donde la realidad y la fantasía se funden y nos deja con la incertidumbre de si lo acontecido es real o forma parte de un sueño. Está sensación la incrementan los personajes que pueblan la historia y que nos muestran su mundo interior lleno de una particular filosofía de la vida y de la muerte; el sacerdote, la misteriosa Beth, Raule la cirujana, Gwynn el mercenario y el resto de personajes están perfectamente construidos, la autora los llena de matices propios que les otorga una personalidad definida y muy atractiva para el lector. Los diálogos entre los personajes, especialmente entre el sacerdote y Gwynn es otro de los puntos fuertes de la novela. Aunque en algún momento la autora abusa de estos diálogos y la acción tiene algún altibajo considerable.
El resultado final es muy satisfactorio, una novela original y llena de imágenes impactantes, con personajes que dejan huella y un lenguaje emotivo y evocador.
P. D. Editado anteriormente en el desaparecido blog de "La Collana".
3 comentarios:
Me da la sensación por tu comentario de que la novela es muy lírica y bien escrita pero que el argumento deja algo que desear... ¿es así? Es que me dan un poco de pereza ese tipo de novelas.
Yo la he encontrado fascinante tanto por el argumento repleto de pequeñas historias llenas de belleza; la del hombre con la flor en el ombligo y la del minotauro y el hilo son dos ejemplos claros, como también por las formas.
Me encantan los escritores que además de contar historias interesantes lo hacen adornandose con un lenguaje trabajado.
Los defectos de La Ciudad del Grabado son propios de la inesperiencia de la escritora. La falta de mesura a la hora de racionar el lirismo y algunos diálogos es la única tacha que se le puede poner, el resto me parece muy bueno y recomendable.
Más te vale que sea buena de verdad...
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