lunes, abril 28, 2008

SPIN: Charles C. Wilson

Spin le valió a su autor, Charles C. Wilson, el prestigioso premio Hugo de ciencia ficción el año 2006. Una novela que es esperada con gran expectación por los aficionados a la ciencia ficción en general y a este autor en concreto y que con buen criterio edita en nuestro país la editorial Ómicron. Wilson ya había sumado un gran número de adeptos a su obra gracias a títulos tan notables como Darwinia, Los Cronolitos, Mysterium, Nómadas, o la más reciente Testigos de las estrellas, todos ellos publicados por la Factoría de Ideas en su colección Solaris Ficción.

Los ya iniciados en la obra de Wilson encontrarán en Spin todos y cada uno de los temas recurrentes que utiliza de manera sistemática para la construcción de sus escritos y que conforman los habituales aperos de su retórica destinada a ilustrar la necesidad humana de proteger, de subsistir, de perdurar en el tiempo y de amar; todo ello construido con una sutil prosa que, acariciando las palabras, lleva a la perfección el oblicuo arte de la ambigüedad y la insinuación, de dar a entender sin revelar. Un estilo que en esta ocasión apuntala mediante el certero uso de la siempre peligrosa prolepsis; es decir, el salto hacia delante en la narración que adelanta acontecimientos de la trama con el consiguiente peligro de la pérdida de interés del lector que ya sabe de antemano que va a suceder. En este caso Wilson utiliza este recurso con maestría al añadir de esta manera un elemento que aumenta la sensación de perdurabilidad en el tiempo, de la inmortalidad y de lo efectos que esta capacidad produciría en la siempre maleable condición humana; es esta, sin duda, una de las partes importantes en el argumento que ya desarrollo el autor en otras de sus obras como por ejemplo Darwinia.

Viene a cuento la ambigüedad que antes comentaba habida cuenta que Spin, la última y esplendida novela de Wilson que llega a nuestras manos, no es lo que parece. Sus ínfulas de obra futurista aliñada con unas ideas más que sugerentes y unos conocimientos más que dignos de física y nuevas tecnologías, que nunca lastran la narración con el plomo de un lenguaje de manual científico, resultan el persuasivo espejismo con el que el autor esconde al lector su verdadero objetivo: tejer una alegoría de la orfandad del individuo en relación a la sociedad. Se nos invita a creer que se trata de una novela de ciencia-ficción, pero en esta ocasión los personajes de la obra están por encima de las ideas preconcebidas por parte del lector al que Wilson confunde y altera el horizonte de expectativas previas a la lectura.

Arranca la novela con el momento donde el Spin, una membrana que recubre el planeta y actúa como una distorsión temporal que acelera el tiempo fuera de esta membrana protectora enviando a la Tierra a 4000 millones de años en el futuro, cuando el Sol está en los últimos momentos de su ciclo vital. Este comienzo con un suceso inexplicable que pone en jaque la sociedad tal y como la entendemos en la actualidad es una de las constantes en la obra de Wilson. Un elemento indispensable para poner atrapar desde las primeras páginas al lector y conducirlo a través del clima de tensión que crea alrededor del fenómeno que altera la existencia de la humanidad.

El argumento toma cuerpo con un caudaloso monólogo que escarba en el recuerdo intenso de una adolescencia perdida en un pasado remoto y que clava un dardo envenenado con tristeza en el alma de Tyler Dupree, auténtico protagonista de la narración junto a los gemelos Diane y Jason, de quien seremos privilegiados testigos de la construcción de sus identidades a través de los diferentes procesos mentales que forjan sus caracteres a través de la exposición moral de los acontecimientos que afectan su existencia. La dicotomía que presentan los gemelos: Jason encarna la ciencia que busca una solución al problema que ha creado el Spin, mientras Diane busca consuelo en la religión apocalíptica que genera la falta de expectativas que asola a la humanidad. Toma cuerpo aquí otro de los referentes de la obra de Wilson: la religión, un elemento de vital importancia dentro del imaginario del autor, el cual ya lo desarrolla ampliamente en otras obras como Los Cronolitos y en mayor medida Mysterium, donde presenta una ucrónica sociedad americana sometida a la tiranía de una teocracia.

Ya para finalizar, es importante señalar que Spin, no es una obra autoconclusiva. Deja un buen número de cabos sueltos además de un final que sirve de puente para introducir la que será su continuación, Axis, que esperamos poder ver publicada en breve. En este punto se pueden citar dos factores que provoca el final de Spin; uno negativo, puesto que se corta la acción de una manera muy abrupta y en un momento álgido de la trama, por otra parte, no le viene nada mal esta manera de finalizar la obra al autor, ya que si de algo se le puede acusar es de no saber rematar con solvencia sus novelas, ya que es frecuente apreciar una aceleración en los acontecimientos a la hora de cerrar los diferentes nudos argumentales que desarrollo, y que en este caso desaparecen al aplazarlos para su continuación en Axis.


En resumen, una novela sólida y de fácil lectura que hará las delicias de los aficionados a la ciencia ficción.

DARWINIA: Charles C. Wilson

En el último (por ahora) dumping editorial que ha lanzado a los aficionados a la literatura de género a una nueva compra compulsiva de ofertas destacan diversos títulos que merecen ser tenidos en cuenta. Uno de ellos es esta novela de Charles C. Wilson que lleva por título Darwinia. Cierto es que a pesar de la expectación con que en su momento fue esperada su publicación no tuvo el éxito de crítica esperado, es más, se la consideró una novela fallida en cuanto a su objetivo y desarrollo.

Con la perspectiva que ofrece el tiempo transcurrido desde su edición en castellano sería justo reconocer que a pesar de sus deficiencias es una muy buena novela de ciencia ficción donde quedan patentes las virtudes de un escritor que está dando un buen número de títulos interesantes; sirva de ejemplo Spin su novela ganadora del Hugo en el 2006 y que verá la luz en breve editada por Omicron.

En Darwinia podemos encontrar todos los temas recurrentes del imaginario de este autor que se repiten de manera metódica en la mayoría de sus relatos. Para empezar, no puede faltar el suceso inexplicable que cambia el destino de la humanidad y que marca desde las primeras páginas por donde irá el argumento de la narración. Será en este escenario de incertidumbres y misterios por resolver donde colocará a sus personajes, su mejor baza narrativa, a los que dota de una sólida entidad. Un factor que ayuda a la empatía que generan en el lector que se convierte en cómplice de ellos en la resolución de todos los enigmas que van surgiendo en relación a ese fenómeno misterioso que cambia de manera definitiva el curso de la historia y de la sociedad. Porque una cosa debemos de tener claro cuando nos enfrentamos con una novela de este autor: el verdadero eje sobre el que gira su obra es la extraordinaria construcción de los personajes y de lo cercanas que nos resultan sus experiencias vitales; no obstante, no podemos obviar las brillantes ideas que nos presenta en cada uno de su libros, siempre bien fundamentadas en su concepción a pesar de que en ocasiones las desarrolla de forma un tanto irregular; Darwinia es un claro ejemplo de esta falta de solvencia a la hora de rematar en el texto todo lo que podía haber dado de sí el planteamiento inicial que nos hace Wilson.

Y es que no es poco lo que nos propone de inicio, nada menos que la desaparición del continente Europeo sustituido por una tierra misteriosa con una fauna y una flora desconocida, un “milagro” inexplicable que da pie a experimentar con las posibilidades que genera esta idea que convierte la novela en un ucronía de lo que pudo haber sido el mundo si este hecho se hubiera producido en 1912. La construcción del relato pondrá de manifiesto el resto de temas recurrentes que emplea Wilson en sus obras como son la religión y los universos paralelos.

El resultado final deja una novela entretenida de leer y que resultará un buen punto de partida para aquellos que todavía no se hayan acercado a la obra de este escritor; sin duda uno de los mejores de la ciencia ficción actual y que siempre aporta ideas interesantes sin descuidar el tono literario aportando una prosa elegante. No olvidemos que a pesar que la ciencia ficción es básicamente un género de ideas, la literatura se construye con palabras.


lunes, abril 21, 2008

EL MAR DE MADERA: Jonathan Carroll

El mar de madera es un claro ejemplo de realismo fantástico. El género, o mejor dicho subgénero del que renegó un grande de la literatura como fue Borges, y que en la actualidad se cultiva como objeto de consumo masivo, alejado de la intención intelectual que bebía de las fuentes expresionistas y surrealistas que generaron las vanguardias artísticas de principios del siglo XX. El realismo mágico, un tipo de fantasía en el que los acontecimientos más extraños se narran de forma llana y realista, es realmente efectiva para el lector cuando este pierde la referencia entre lo real y lo irreal, entre lo factible y lo imposible, de esta manera, se crean personajes y entornos que sorprenden al lector.

A pesar de tratarse de una obra literaria, El mar de madera presenta un lenguaje más visual que narrativo; herencia, sin duda de series de culto como la reciente “Perdidos” o “Twin Peacks” que nos martilleó un tiempo con la pregunta aquella: ¿Quién mató a Laura Palmer? y que Carroll sustituye en esta novela por una duda más filosófica: ¿Cómo remar en un mar de madera? Un surrealismo que sólo funciona mientras nos hacemos preguntas sobre lo que está pasando y especulamos con todo tipo de juegos mentales para encajar en una lógica razonada los nuevos acontecimientos que aparecen ante nuestros ojos. El problema de entrar en este juego es que se derrumba la magia ante cualquier respuesta que, por ingeniosa que pueda ser, nunca llegará a satisfacer las expectativas del lector, por lo que la pericia del escritor/guionista que se adentre por los peligrosos vericuetos de tensionar en demasía las expectativas del receptor de su trabajo debe ser mucha para que toda la expectación que ha generado no se vuelva en su contra. En este aspecto Jonathan Carroll se muestra consciente de que los hechos irreales no tienen justificación alguna. No existe una certeza sobre lo que está ocurriendo, por lo tanto el lector no necesita explicaciones y estas no son incluidas en el relato, ya que la ambigüedad subsiste hasta el fin de la aventura siendo éste un gran acierto por parte del autor.

El relato en sí, presenta a Frannie McCabe, exdelincuente juvenil y en la actualidad sheriff de una idílica población estadounidense, que en estos momentos disfruta de una plácida existencia junto a su segunda esposa y la hija adolescente de ésta. Hasta aquí nada fuera de lo normal, pero la aparición de un extraño perro con tres patas que después de muerto y enterrado vuelve a la vida es el punto de partida de una serie de extraños sucesos que escapan a la razón y que sumirán al sheriff McCabe en una sucesión de episodios que lo transportan por un mundo onírico a épocas pasadas y a un futuro cercano; es aquí donde brilla el talento de Jonathan Carroll manejando con soltura una temática que en otras manos se convertiría en un galimatías él la transforma en una historia inteligente y bien enlazada. por supuesto, no se puede dejar sin mención la genial y dickensiana aparición de los Frannie McCabe pasados y futuros, sin duda el punto fuerte de la novela, con momentos de gran tensión emocional que dejan en un segundo plano anécdotas como la pluma multicolor, el perro con tres patas, los alienígenas o el concierto de los Beatles en un parking.

En resumen, una estupenda novela que me descubre un escritor a seguir como es Jonathan Carroll. No dejaré pasar mucho tiempo sin volver a sumergirme en una de sus historias. Vale la pena.
OTRAS VISIONES:

MARCIANOS GO HOME!: Fredric Brown

Todo lo anteriormente dicho en Universo de Locos (1949) sobre Fredric Brown y su obra se puede aplicar sin reservas a ¡Marcianos Go Home! (1955), sin duda su obra más conocida. Vuelven sus estrategias literarias en forma de ironía, complicidad con el lector y, por supuesto, la parodia a los tópicos más socorridos de la ciencia ficción pulp como, en este caso, es la invasión de hombrecillos verdes procedentes de Marte a la que da una inteligente vuelta de tuerca . Además de todo esto, que no es poco, se hace un retrato grotesco del conjunto de la sociedad americana de las que no escapan ante su implacable pluman escapan a su implacable pluma las instituciones que forman sus pilares básicos: política y religión.

Brown se recrea paseando sus personajes ante los deformantes espejos del Callejón del Gato dentro de la más pura tradición esperpéntica, mostrándolos como caricaturas deformes y cosificadas, prisioneros de sus miedos internos y su déficit vital que proyectan hacia el exterior, modificando de manera inconsciente la realidad que los envuelve. De esta manera se aprecia de forma nítida el objetivo de la obra, aquello que constituye la lección moral que cargada de crítica e intención satírica arremete contra toda la hipocresía de una sociedad de la que no deja títere con cabeza y que, tiempo después, vería retomada su idea original para ser trasladada al cine bajo la batuta de un Tim Burton que recogió con maestría el testigo de Brown.

En lo que al argumento se refiere, Fredric Brown vuelve a dar el papel de protagonista a un personaje con muchas similitudes con él mismo: un escritor de ciencia ficción en horas bajas sumido en sus tribulaciones vitales y literarias que será de los primeros en ser acosado por los insoportables seres verdes que aparecen de la nada para incordiar a todos aquellos que llaman su atención. Con estos molestos visitantes pululando por todo el planeta la vida cotidiana se hacía imposible puesto que la única actividad a la que se dedicaban los recién llegados era obstaculizar, y mofarse de las costumbres propias de los humanos, por lo tanto, y ante este panorama, no era de extrañar que el común de los mortales entrara en un estado de histeria colectiva que sacaba lo peor de ellos, los ridiculizaba y servía a Brown para retratar a la autocomplaciente sociedad americana de su tiempo.

Un clásico que se puede disfrutar en la actualidad gracias a dos recientes reediciones, la que se incluye en la estupenda recopilación de las obras completas de Brown que edita Gigamesh, y también en la que publicó Biblioplis que incluye una nueva traducción que respeta con mayor exactitud las expresiones del escrito original además de incluir un interesante ensayo comparando la obra de Fredric Brown con otros autores de su época.

lunes, abril 07, 2008

UNIVERSO DE LOCOS: Fredric Brown

Decía T. S. Elliot: “Quien no conoce la tradición no puede reconocer el talento”. En el género de ciencia ficción la tradición es Fredric Brown, un todoterreno narrativo fogueado en el marginal mundo de las editoriales pulp, aprendiendo el oficio junto a una pléyade de incipientes plumas llamadas a convertirse en la referencia del género fantástico durante las próximas décadas; Brown fue uno de esos pioneros que abrieron camino en los más brillantes y míticos años de la ciencia ficción: la Edad Dorada del género, un momento en el que cada título que aportaban acabaría, de forma y manera incontestable convertido en lectura mítica.

Brown,  se inspiró, como muchos otros escritores de su generación, en el  miedo de la sociedad hacia un enemigo exterior, un miedo que se encargaba de alimentar el proceso político en que se había embarcado el mundo después de la II Guerra Mundial. En este contexto y ante el probado poder de las armas nucleares, combinado con la imparable carrera armamentística en que se habían embarcado las dos grandes potencias mundiales del momento, hizo que se instalara en el inconsciente colectivo de la sociedad la idea de un final trágico e imparable que acabaría, más pronto que tarde, con la humanidad. Este miedo al enemigo invisible que acechaba de manera implacable en el exterior fue sabiamente explotado por autores como Fredric Brown.

Las novelas de Brown explotan la complicidad entre el lector, el escritor y el protagonista gracias al sentido del humor que impregnan sus relatos y a la fina ironía con la que describe en sus obras el mundo editorial de las revistas dedicadas a la publicación de relatos pulp, y a la atracción que despierta el trasunto de Brown que ejerce como protagonista en ellas, y de las que Universo de Locos (1949) es un claro ejemplo. Como elementos más destacados de la obra que nos ocupa podemos señalar en primer lugar el ritmo vertiginoso que imprime a la narración, una concatenación de acontecimientos que no dan respiro al lector, y en la que no se aprecian elementos superfluos, no se detiene en los detalles para dar todo el protagonismo a la acción; en segundo lugar, destaca la excelente parodia que se hace de todos los tópicos, incipientes en esos momentos, que componían el escenario habitual de este tipo de escritos: alienígenas malvados, la chica del espacio, los héroes omnipotentes, etc.. También merece ser señalada la nula necesidad de este tipo de ciencia ficción de recurrir a profundos conocimientos de ciencia o física para construir un argumento sólido y creíble. Las tablas que atesora Brown en el oficio de escritor le sirven para, con la simple ayuda de una máquina de coser, solucionar la parte técnica de su novela.

El argumento gira en torno a Keith Wiston, editor de una revista de ciencia ficción, que en un accidente insospechado es trasladado a un universo paralelo similar al suyo propio, en el que es perseguido por todos sus nuevos convecinos al tomarlo por un peligroso agente alienígena. En esa lucha por sobrevivir y regresar a su “hogar” se verá envuelto en un sinfín de situaciones, surrealistas unas y repletas de acción otras, que lo obligarán a utilizar todo tipo de recursos para mantenerse con vida. La obra sirve a Brown para hacer un retrato ácido de la sociedad de su tiempo, un recurso que volverá a emplear con ¡Marcianos go home! (1955).

En resumen, un escritor y una novela básica en el archivo textual de todo buen aficionado a la ciencia ficción, donde se puede apreciar el aire intemporal que desprende, no me ha parecido que el tiempo la haya envejecido haciendo que pierda interés para un lector actual, al contrario, resulta mucho más interesante que alguna de las últimas incorporaciones al panorama literario del género. Sin duda, se puede catalogar de excelente la idea de la editorial Gigamesh de recopilar todas sus novelas y relatos en cuatro volúmenes.
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