domingo, octubre 30, 2011

H. BEAM PIPER - Encuentro en Zarathustra

Hace unos meses, en una de las frecuentes incursiones que suelo hacer por Amazon para estar al día de las novedades que se publican, me encontré con la reciente edición de Fuzzy Nation, en ese momento la última novela escrita por John Scalzi. La obra resultó ser la reescritura de Little Fuzzy (1962), el olvidado clásico de H. Beam Piper, uno de los artesanos de culto de la Edad de Oro de la ciencia ficción que sigue siendo un total desconocido en nuestros lares. De Piper tan sólo se  han traducido y publicado  en nuestro país un par de obras: Vikingo espacial (1966) en la colección Galaxia de la editorial Vértice, y una edición tardía de la propia Little Fuzzy en la colección Libro Amigo de la Editorial Bruguera con el poco afortunado título de Encuentro en Zarthustra (1976); el éxito de esta última  novela le valió  Piper la nominación para los premios Hugo de 1963 y, lo que es más importante,  la petición por parte de sus lectores de una continuación de las aventuras de los pequeños Fuzzy, solicitud que fue atendida poco después con la aparición de Fuzzy Sapiens (1964), novela en la que se profundiza más en la sociedad de estas pequeñas criaturas a las que muchos han comparado con los ewoks, aquellos simpáticos peluches surgidos de la factoria George Lucas, aunque personalmente les encuentro más parecido con los crichis, los humanoides creados por Ursula K. Leguin para su novela  El nombre del mundo es bosque (1972). Además de los dos títulos anteriormente mencionados, existe una tercera obra que continúa la saga, Bones Fuzzy (1982), escrita por Willian Tuning a modo de secuela póstuma tras la muerte de Piper, acabando de esta manera Tuning con el proyecto inicial del propio Beam Piper para una tercera entrega que no llegó a concluir y que habría llevado por título Fuzzies and other people.


Así pues, y teniendo en cuenta la firme apuesta que Minotaruo ha hecho por Scalzi, del que ha publicado la mayor parte de sus escritos a escepción de un par de novelas cortas, parece probable que en unos meses nos encontremos con Nación Fuzzy en la estantería de novedades de nuestras librerías.  Intrigado por la extraña maniobra literaria de Scalzi (habría sido más normal escribir una continuación de la novela de Piper en lugar de rescribirla), me puse manos a la obra para leer el "original". No tuve que esperar mucho para saciar mi curiosidad, ya que un par de minutos después, tras una breve busca en Internet, ya tenía descargada la novela de Piper en mi viejo Papyre, lista para ser leída (cómo molan los e-readers).

La verdad es que a los ojos de un lector del siglo XXI Encuentro en Zarathustra no es nada del otro mundo;  la estructura y características de sus personajes tienen más puntos en común con un western que con una historia de ciencia ficción al uso, resultando en algunos momentos tierna ante la ingenuidad con la que Piper imagina un futuro con naves capaces de recorrer la galaxia y coches que vuelan gracias a modernos sistemas antigravedad, aunque las cámaras con las que gravan a los pequeños Fuzzy funcionan con películas que deben revelar para poder ver lo grabado, vamos las super 8 de toda la vida. El escenario en el que Piper desarrolla la historia es el planeta Zarathustra, uno de los muchos mundos fronterizos que florecen en un momento de expansión y colonización terrestre por la galaxia; el contrato de explotación del planeta es propiedad de la Compañía Zarathustra, empresa que ha realizado un fuerte desembolso instalando los servicios básicos para la recepción de los colonos y que espera recuperarlo con creces gracias a los importantes recursos naturales del planeta.

Además de los empleados de la Compañía y los funcionarios del gobierno terrestre, en el planeta también viven colonos independientes como Jack Holloway, un veterano buscador de "piedras del sol", nombre con el que se conocen unos fósiles de medusas con una extraña peculiaridad luminosa que las hacen muy valiosas. El tiempo pasaba sin sobresaltos en la solitaria y bucólica vida de Jack hasta que un buen día, al regresar a su cabaña después de una afortunada jornada en la que había encontrado unos buenos ejemplares de "piedras del sol", encuentra un pequeño ser recubierto de un pelo brillante y sedoso con apariencia de muñeco de peluche; el pequeño ser no parece temer al montaraz buscador de gemas, incluso acepta de buen grado la comida que éste le ofrece. Jack adopta a su pequeño visitante, bautizándolo con el nombre de Peludo (Fuzzy en la versión original), y no tarda en darse cuenta de que la criatura es mucho más inteligente que cualquier animal doméstico que haya visto con anterioridad, lo que le hace plantearse la posibilidad de que los Peludos sean seres sapientes y no animales con un alto grado de inteligencia; por esta razón,  Jack se pone en contacto con su amigo, el xenobiólogo Ben Rainsford, para que este lo determine mediante la realización de una batería de pruebas científicas. Sí se llegase a demostrar la categoría de sapientes de los pequeños Peludos, la catalogación del planeta cambiaría radicalmente dejando sin efecto los derechos de los terrestres sobre el mismo.

La noticia de la aparición de una posible especie sapiente en el planeta llega a oidos de Victor Grego, máximo responsable de la Compañía Zarathustra que ve posible la pérdida de los derechos de explotación del planeta si se confirma la noticia; para evitar las pérdidas económicas que eso supondría, la cúpula de la Compañía intentará por todos los medios posibles conservar la concesión sobre los recursos del planeta y evitar que la Federación terrestre lo considere zona aborigen protegida; para conseguirlo no dudarán en recurrir a la acción legal mediante los abogados de la empresa que intentarán demostrar en los tribunales que los Fuzzys no son una especie inteligente, y a prácticas ilegales como la coacción, el asesinato o promover el genocidio al comprar las pieles de los Fuzzy por un precio muy elevado.

La parte final de la novela se convierte en una historia de tribunales y abogados en la que se debatirá sobre la línea que separa a un animal inteligente de un ser sapiente que debe ser considerado a todos los efectos como una persona con todos sus derechos civiles. Esta es la parte mejor elaborada por Piper, ya que inteligentemente ha sabido mantener a los Fuzzys justo en la línea que separa ambos estatus, el de animal  inteligente y el de ser sapiente. El final de la novela, que no contaremos, es un tanto forzado y, en cierta medida, tramposo, pero no resta méritos al conjunto total de la narración que se puede definir como un híbrido entre el western, una historia de abogados y un relato de primer contacto, leyéndose el resultado final con bastante agrado, aunque el resultado final hubiera mejorado mucho si se hubiera incluido en la novela el punto de vista de los pequeños Peludos mediante alguna técnica narrativa, como el monólogo interior, en cada uno de los episodios de interacción de estos con los humanos.

Leído el "original" son más comprensibles las razones que llevan a Scalzi,  una vez que se ha ganado un nombre dentro del mundillo literario "cienciaficcionero" con obras como La vieja guardia (2005), a darse el capricho de ejercer de fan y dedicarse a reescribir una de las obras que marcaron su infancia y adolescencia. En este caso, con Fuzzy Nation, hace un sentido homenaje a H. Beam Piper actualizando la que para muchos encallecidos aficionados norteamericanos a la ciencia ficción es una obra de culto, eso sí, por las críticas que he podido leer sobre su novela, no parece caer en la pretensión de mejorar la obra original, sino que tan sólo busca poner al día el relato original para que llegue con más fuerza a las jóvenes generaciones de lectores que desconocen la obra de uno de sus autores favoritos.

P. D. Acabo de ver en la web Cyberdark que Fuzzy Nation será publicado por Minotauro a principios del 2012 con el título de El visitante inesperado. Y, hablando del ataque fandomita que padece Scalzi, parece que se agraba con su última creación literaria que lleva por nombre Redshirts: A Novel With Three Codas (2012); una novela que, según la sinopsis publicada, es un homenaje a los "camisas rojas", esos personajes que  todos recordamos como víctimas propiciatorias en la serie de culto Star Trek.

domingo, octubre 23, 2011

JACK VANCE - El planeta gigante


 A Jack Vance le debo eterna gratitud por las innumerables horas de apasionante lectura que me proporciono durante mi etapa adolescente. Acostumbraba a pasar las largas tardes estivales pegado a las páginas de Los Príncipes demonio, El planeta de la aventura o La saga de Cugel, absorto ante los mundos repletos de magia y misterio que surgían de la fértil imaginación de Vance; quizá sea ésta su gran virtud: la capacidad de crear lugares fascinantes para sus lectores gracias a la habilidad con la que describe los pequeños detalles que forman parte del mundo que presenta .

El planeta gigante (1952), publicado originalmente por entregas en Startling Stories  para pasar a ser editado como libro en 1957, es el primero de una duología que se completa con Showboat World (1975). En su momento, la novela era un compendio de todas las virtudes que Vance atesoraba y que ponía al servicio del lector mediante la utilización de la fantasía en lugar de ciencia y la aventura como motor principal de la narración; un mecanismo que ya había explorado con excelentes resultados en La tierra moribunda (1950), a la que imita en cuanto a planteamiento y estilo, aunque con un menor desarrollo del argumento y los personajes, como si El planeta gigante fuera una versión "deshidratada" de un proyecto mayor que vería la luz cuando hubiera provado todas las posibilidades que reunía como escenario en el que desplegar todo el potencial imaginativo que era capaz de desarrollar. La perspectiva de un mundo varias veces mayor que la Tierra, colonizado 500 años antes por todo tipo de inadaptados en busca de un lugar en el que establecerse al margen de la ley y de convencionalismos sociales, era tremendamente atrayente para Vance; el resultado final de la idea fue un mundo en el que cada pocos kilómetros un viajero se podía encontrar con las más extrañas comunidades, cuyo único punto en común era su atraso tecnológico respecto a la terrestre. En este inmenso escenario, Vance pone en marcha su vocación de antropólogo de lo imposible para inventar todo tipo de sociedades que describe con minucioso detalle, incidiendo especialmente en la relación de éstas con la ecología, la economía, la organización política, la tecnología o la gastronomía, un elemento recurrente en sus narraciones que utiliza para describir al lector festines pantagruélicos a base de los más refinados manjares.  En realidad, son estas culturas y paisajes los verdaderos protagonistas de las narraciones de Vance, permaneciendo en la mente del lector mucho tiempo después de haber leído sus obras.

Para no desmerecer a  El planeta gigante, debemos de colocarnos en el contexto temporal en el que fue escrito y tener en cuenta la importancia que tuvo en su día, constituyéndose como un referente en lo que en el mundillo de la ciencia ficción norteamericana se llamó Planetary Romance, consistente en una narración de aventuras que tenía como escenario un imaginario planeta extraterrestre. El precedente aún fresco en la memoria de La tierra moribunda arrastró a numerosos lectores hasta la nueva novela de Vance en busca de renovadas maravillas que saciaran su sed de entretenimiento. Y sin duda que la saciaron de la mano del grupo de terrícolas que deben sobrevivir en el inmenso planeta en el que ha caído su nave tras sufrir un sabotaje perpetrado por agentes del Bajarnum de Beaujolais, tirano lanzado a la conquista del planeta que no ve con buenos ojos la ingerencia del gobierno terrestre en los asuntos del Planeta gigante. El argumento de la novela gira en torno de los pasajeros de la nave accidentada: un grupo de científicos y especialistas capitaneados por Claude Glystra con la misión de realizar un informe sobre la situación del planeta. Los supervivientes del aterrizaje forzoso, junto a Nancy, la hermosa joven que los ha auxiliado, emprender un largo periplo que los llevará a través de 40.000 kilómetros de un territorio habitado por todo tipo de sociedades, muchas de ellas hostiles, hasta el lugar que hace las veces de embajada terrestre en el planeta. Ante la ausencia de modernos medios de locomoción debido a la falta de metales o hidrocarburos, el viaje lo deben realizar a pie o bien utilizando como montura algunos de los distintos animales que ofrece la fauna nativa.

 Una vez asentadas las bases, el relato se va construyendo a  través de encadenar episodios que nos ponen al corriente de  las aventuras acometidas por el grupo de terrestres al contactar con los distintos pueblos que habitan el planeta; de esta manera, vamos descubriendo algunas de los más pintorescos grupos que colonizaron el planeta, y como han evolucionados sus descendientes de acuerdo a las premisas con las que fueron educados hasta convertirse en arborícolas que no pisan el suelo, tribus de gitanos nómadas, los salvajes y caníbales Rebbirs de las estepas, los opulentos habitantes de Kirstendale, los videntes de Myrtlesse, etc. A todo esto hay que añadir la implacable persecución que sufren por parte de los hombres del Bajarnum de Beaujolais, y a la existencia de un traidor entre el grupo terrestre, todo ello aderezado con la inteligente prosa descriptiva que transforma las palabras en imágenes de singular belleza, los ingeniosos diálogos o la  habitual ironía y sentido del humor del maestro Vance.

Sin tratarse de una de las mejores creaciones de Vance, la novela se puede leer todavía con agrado pese a los muchos defectos que detectamos hoy día en su planteamiento y desarrollo, no hay que olvidar que la novela tiene más de sesenta años y el peso de las corrientes literarias que aparecieron con posterioridad a la década de los 50 han condicionado nuestra manera de enjuiciarla. Si El planeta gigante se hubiera escrito recientemente le habríamos achacado que, pese a recrear perfectamente los escenarios, no termina de hacer creíble el mundo que quiere inventar, afectando por extensión a la credibilidad de los personajes que pululan por él y que deben servir para que el lector pueda relacionarse emocionalmente con el universo creado, pero todo esto es secundario una vez empezada la lectura. Y es que a Vance, al que nunca le interesó lo más mínimo crear una tecnología creíble en sus obras, lo que de verdad le interesaba era entretener al lector. Y en ese aspecto cumplía con creces.

miércoles, octubre 12, 2011

ROBERT A. HEINLEIN - Hija de Marte

Podkayne or Mars (1962), editada en castellano por Martínez Roca con el título de Hija de Marte, fue publicada originalmente por entregas en la revista de ciencia ficción If. Por las características, personajes y temática de esta novela debería incluirse entre las novelas juveniles, pero Heinlein nunca la consideró como tal, considerándola, junto a Tropas del espacio (1959), como una muestra de su firme intención para alejarse de la escritura de novelas para adolescentes, pese a las trabas que encontró por parte de los editores para conseguirlo. Y es que Heinlein, a lo largo de su carrera, tuvo que lidiar contra la oposición de sus editores, los cuales siempre encontraban  motivos para que no pudiera desarrollar su trabajo libremente, obligándolo en diversas ocasiones a introducir importantes cambios en sus obras, como por ejemplo en Amos de títeres (1951), novela que por lo explicito del sexo en la versión original sufrió un importante recorte en su extensión original; de igual manera, Rebelión en el espacio (1949), sufrió la mutilación de varios pasajes debido al uso que los niños hacen de las armas o, como ocurrió con Podkayne of Mars, cambiando el final por otro que supuestamente resultara del agrado de los lectores.

Hija de Marte, como era habitual en las novelas juveniles de Heinlein, está escrita en primera persona, teniendo como principales protagonistas a Podkayne Fries, adolescente de 15 años, y a Clark Fries, su hermano pequeño de 11 años, un joven con una gran inteligencia que manifiesta una enorme facilidad para meterse en  problemas de todo tipo, especialemente si estos implican poner en peligro su vida y la de su hermana. A lo largo de la novela, el único momento en el que Clark adquiere el papel de protagonista, relegando a Podkaynes a un segundo plano, es el epílogo. El trasvase final de protagonismo responde a los cambios que la editorial obligó a introducir a Heinlein, quien en primera instancia había planeado un final con la muerte heroica de Podkayne, inmolándose para salvar la vida de una pequeña "hada", en realidad un peculiar mono volador natural de Venus. Heinlein no aceptó de buen grado los cambios impuestos por la editorial, quejándose en una carta dirigida a su representante en la que decía que las pretensiones de la editorial eran similares a "querer cambiar el desenlace de Romeo y Julieta por otro con final feliz para contentar a los lectores". Como consecuencia de estos cambios, el final resulta del todo impostado, restándole fuerza al conjunto total de la obra; pero no adelantemos acontecimientos y vallamos al principio.

La novela en sí se puede considerar como una lejana continuación de  Rebelión en el espacio (Red Planet, 1949), novela en la que narraban los acontecimientos que llevaron a la sublevación de los colonos marcianos, oprimidos por el gobernador de la colonia. Muchos son los puntos de coincidencia entre las dos novelas de Heinlein, por ejemplo, la  antiquísima civilización marciana de la que habla Podkayne, con sus ciudades en ruinas y sus misteriosos marcianos, etc.,  tiene un gran parecido con la descrita en Rebelión en el espacio, con lo que esta novela podría ser perfectamente su continuación, situándose la acción unos 20 o 30 años después; otro punto en común, que parece definitivo a la hora de asegurar la relación entre ambas es la Academia Lowell, lugar en el que estudiaban los protagonistas de Red Planet cuando comienza la revolución y que es citada por Podkayne como un lugar en el que ella también ha pasado en algún momento de su vida. En este aspecto hay que recordar que las novelas de Heinlein suelen estar relacionadas entre sí, aunque tan sólo sea por la los "cameos" que algunos de sus personajes acostumbran a realizar en otras obras; sin ir más lejos, la propia Podkeyne aparece en El número de la bestia (1980).

En Hija de Marte, el autor, mediante unas breves y sutiles pinceladas, nos va poniendo al corriente de la sociedad resultante de la victoria en su particular guerra de la independencia contra el gobierno de la Tierra; la sociedad marciana se fundo en primer lugar con convictos, después acudieron colonos bien seleccionados, para después de la revolución dejar entrar libremente a cualquiera. Es una sociedad de economía liberal, aunque con cierto grado de planificación para no agotar los escasos recursos del suelo marciano; también se la pinta como puritana en cierto modo, no tienen bien vista a la sociedad venusiana, formada por portugueses o brasileños que no forman un gobierno al uso, sino que están "gobernados" por una Corporación empresarial.  

El resto del decorado en el que se representan los acontecimientos, nos los muestra Heinlein utilizando la visión que expresa Podkayne del mundo que la rodea mediante el monólogo interno, de esta manera nos enteramos que el padre de la joven perdió un brazo en los combates que tuvieron lugar durante la rebelión y de que su tío, considerado un héroe de guerra, es senador vitalicio en Marte por los méritos contraídos durante la guerra de independencia (la idea de conseguir un estatus de privilegio en la sociedad gracias a los méritos de guerra también aparece en Tropas del espacio); se nos pone al corriente de como se ha estructurado la sociedad marciana en base a priorizar el trabajo por encima de la familia, practicándose una natalidad contenida consistente en la criogenización de los recién nacidos hasta el momento en el que sus padres, ya jubilados o con menos tareas a las que atienden,  puedan hacerse cargo de ellos para su educación (educación que incluye el castigo físico a los niños como algo natural y aceptado). Podkayne también nos informa sobre una asociación interplanetaria compuesta por los legítimos gobiernos de Marte, la Tierra y Venus que actúa como entidad supra-estatal para evitar conflictos entre las parte y llegar a acuerdos de colaboración en materia de economía.

El argumento gira alrededor del viaje que Podkayne realiza junto a su hermano y su tío en dirección a Venus y a la Tierra a bordo de un moderno "crucero de recreo" interplanetario. En un principio, el viaje lo deberían de haber realizado los hermanos Fries junto a sus padres, pero el "descorche" de los tres bebés que los padres de Podkayne tenían guardados en estado de criogenización hace imposible que el viaje se realice. Podkayne, desolada por la pérdida del viaje en el que tenía depositadas tantas expectativas, acude buscando consuelo en su tío, el senador Tom Fries, hombre de gran importancia y relevancia en Marte; el tío de Podkayne es un personaje arquetípico dentro de la bibliografía de Heinlein, es el hombre maduro, gruñón y malcarado que encarna la sabiduría y la responsabilidad ante los acontecimientos adversos (aparece como el Hombre Viejo en Amos de títeres o Jubal Harshaw en Forastero en Tierra extraña).

El viaje que emprenderán será el inicio de una historia de intrigas políticas que persiguen la caída del actual gobierno de Marte y la ruptura de relaciones entre los gobiernos de los tres planetas. En el juego de espías que subyace a lo largo de la novela, Clark, el hermano de Podkayne, juega un papel estelar, encontrando en el despiadado mundo de engaños y traiciones que encuentra desde que emprende el viaje a la Tierra a bordo del crucero de lujo, su espacio natural, el lugar en el que mejor se desenvuelve; un mundo que guarda muchos paralelismos con el que el propio Heinlein creó para Thorby, el joven protagonista de Ciudadano de la Galaxia (1957).

Durante la travesía Podkayne hace nuevas amistades, como por ejemplo Girdie, una atractiva mujer, inteligente y con mucho mundo vivido que acaba de quedarse viuda.  La escala en Venus nos presenta un mundo similar a las actuales Vegas estadounidenses; un paraíso para el capitalismo más desenfrenado. Un mundo que no depende de un gobierno, sino de un consejo de administración al ser propiedad de una compañía privada, con lo que resulta una sociedad de clases que se divide entre accionistas, que tiene la vida resuelta y viven dedicados al ocio, y trabajadores, que dedican su vida a ganar el suficiente dinero como para comprar una acción de la compañía y vivir el resto de su vida como accionistas.

La acción en la parte final de la novela se vuelve un tanto desenfrenada y confusa cuando el tío de Tom le revela a Podkayne, cuando Clark es secuestrado por "nacionalistas" marcianos, que viajaba con ellos dos como tapadera para una importante misión de la que dependía la estabilidad entre Venus, la Tierra y Marte. Podkayne, en un intento poco afortunado para rescatar a su hermano también es apresada. A partir de aquí Clark toma el mando de la narración, cortándose la acción de una manera un tanto abrupta. El final no es muy lucido ni lúcido, como consecuencia de la polémica que autor y editor sostuvieron sobre el mismo. Pero, a pesar de todo, Hija de Marte es una de las obras que más influencia han tenido en otros autores posteriores a Heinlein. Por ejemplo, no hace mucho, Joe Haldeman ha publicado Rumbo a Marte (Marsbound), en cuyas páginas nos parece ver reencarnada en la joven Carmen Dula a la mismísima Podkayne Freis; y sin ir más lejos, esta misma semana se ha puesto a la venta Rito de paso de Alexei Panshin, novela ganadora del premio Nebula en 1969 y que estaba tristemente olvidada desde una edición que en 1974 se hizo de la misma con el título de Rito de iniciación por parte de Ediciones Dronte. Según el texto con el que Alamut publicita su novela:
"Sigue el modelo de las novelas juveniles de Robert A. Heinlein, con una protagonista adolescente que ejerce de irresistible narradora de su aprendizaje de la vida en una sociedad futura que plasma algunas de las ideas más queridas del famoso autor norteamericano"
Con lo que podemos comprobar que tanto Heinlein, como sus novelas juveniles todavía son un referente en el género.

MURRAY LEINSTER - Operación Terror

Una de las muchas ventajas que aportan los e-readers es la de acceder a la lectura de un buen número de títulos descatalogados desde hace tiempo. Gracias a esta facilidad se puede hacer arqueología literaria y reencontrarse con excelentes artesanos de la palabra, como sin duda fue Murray Leinster, hoy injustamente olvidado.

Leinster fue un prolífico escritor norteamericano forjado en las más destacadas revistas pulp de la época, para las que llegó a escribir más de 1500 relatos, la mayoría de ellos de ciencia ficción, completando su bibliografía con un buen número de novelas, artículos y guiones de cine, radio y televisión. La sencillez del estilo narrativo de Leinster, alejado de cualquier alarde técnico que pueda confundir al lector, nos puede llevar a creer que sus argumentos e ideas no son dignas de mención, nada más lejos de la realidad: de él partieron algunas de las ideas y expresiones que más predicamento han tenido en el género; por ejemplo, se le atribuye la invención de las historias de "universos paralelos" en su obra Sidewise in Time (1934), que sirvió de inspiración a autores tan destacados como Asimov (El fin de la Eternidad, 1955), Larry Niven (All the Myriad ways, 1968), Frederik Pohl (El regreso de los gatos cuánticos, 1986), entre otros; de igual manera, Leinster fue el primero en utilizar el término "primer contacto" para definir el encuentro por primera vez entre humanos y alienígenas. Y no podemos olvidar como fue el primero en describir lo que hoy conocemos como una computadora en Un lógico llamado Joe (1946).

 En Operación Terror (1962), novela que no está entre lo más destacado de su producción, Leinster incidía en los mismos clichés del género que ya explorase anteriormente en obras como  Ataque desde la cuarta dimensión (1936), en la que reflejaba los miedos que atenazaban a la sociedad americana ante una amenaza exterior, en este caso la latente "amenaza roja";  Leinster transmite a lo largo de la narración la constante sensación de que sus personajes están en el punto de mira de un peligro intangible que, de manera inexorable, terminaría por hacerse presente y desencadenar el fin del mundo. La histeria colectiva que dibuja en sus narraciones dejan patente el miedo de la sociedad americana ante la posible pérdida de la paz y prosperidad que había alcanzado su país debido a una agresión exterior (comunista después de la II Guerra Mundial o fascista con anterioridad a la guerra). Pese a que la mayor parte de sus novelas se pueden incluir dentro del space opera y trascurren en un futuro lejano, Operación Terror  gira entorno a otro de los grandes paradigmas de la ciencia ficción: la invasión del planeta por parte de "extraterrestres", aunque en la mayoría de las obras de Leinster nada es lo que aparenta ser.

La narración comienza con la aparición en los radares militares norteamericanos de un objeto no identificado procedente del espacio exterior y su consiguiente caída en el Parque Nacional de Boulder Lake, en el estado de Colorado. Lockley, un agrimensor que en esos momentos se dedicaba en solitario a mesurar las dimensiones del lugar, es testigo de cómo un objeto cae en el lago, cerca de la zona en la que están acampados su compañero de trabajo Vale y su novia Jill Holmes junto a un grupo de obreros que se dedican a trazar, mediante excavadoras, los caminos necesarios en el bosque para facilitar el acceso al lago. Poco tiempo después de la caída del objeto, Vale avisa por radio a Lockley de la aparición en el lago de una extraña nave de la que han surgido unos seres que califica como no humanos. Las extrañas figuras humanoides capturan al grupo de obreros mediante un extraño rayo paralizante de tipo desconocido contra el que nada pueden hacer. Mientras tanto, el ejército, ante los acontecimientos que se van produciendo, ordena cercar la zona y no dejar que nadie entra ni salga de la misma. Loclkey, enamorado en secreto de Jill, la novia de su amigo, decide ir a rescatarlos. En este momento se inician una serie de aventuras y descubrimientos que conforman el motor de la novela, con muy poca originalidad, dicho sea de paso, que concluirán de manera un tanto forzada, llegando a caer en más de una ocasión en la ñoñez y en el absurdo.


En la narración se puede apreciar el absoluto desprecio por la tecnología y las leyes físicas, más como fruto de la ironía y el sentido del humor del autor que por desconocimietno; por ejemplo las armas con las que consigue derrotar al enemigo, tanto en la presente novela como en Ataque desde la cuarta dimensión (1936), son unos pequeños ingenios construidos con una batería de coche, una antena de radio y unos alambres; con unos elementos tan simples consigue resultados mágicos, como destruir blindados a distancia.

La novela juega con las expectativas del lector, influenciado por esa latente amenaza para que al final de la misma los acontecimientos den un giro insospechado que sirve para que el lector reflexione sobre el estado de preguerra en el que están instalados. En Operación Terror, el gobierno y los medios de comunicación controlados por el aparato del Estado también ocultan la realidad de lo que está ocurriendo, siendo en ambas novelas la actuación individual de los personajes protagonistas las que anulan la amenaza y "salvan" a la humanidad, un guón que, por lo próximo a sus ideales, podría haber escrito el mismo Heinlein.

lunes, septiembre 19, 2011

POUL ANDERSON - La Gran Cruzada

Con las imágenes aún frescas en la retina de un decadente Harrison Ford reconvertido en azote de alienígenas en Cowboy & Aliens, la penúltima de las grandes producciones holiwoodiense, no he podido resistir la tentación de releer un viejo clásico de Poul Anderson que editó Miraguano hace ya unos años; la obra en cuestión es La gran cruzada (1960), lectura que recordaba como un entretenido pastiche a medio camino entre la novela caballeresca y la de ciencia ficción. Editado originalmente por entregas en la revista Amazing y nominada al Hugo de 1961 junto a obras de tanto renombre como Venus más X de T. Sturgeon, El mundo de la muerte de H. Harrison o la novela que a la postre resultaría ganadora, Cántico por Leibowitz de Walter M. Miller Jr.; Poul Anderson compitió dignamente con una obra que pone de manifiesto la gran imaginación que atesoraba, su sentido del humor, el conocimiento histórico que atesoraba y ponía al servicio de la incuestionable solvencia con la que defendía sus escritos, pese a lo bizarro de sus argumentos, como es el caso que nos ocupa.

En La Gran Cruzada se ejemplicca como la ciencia ficción ha bebido, con gran frecuencia, del formato policiaco o del western, con sus esquemas narrativos tan simples como eficaces, para llegar a un público amplio y poco exigente, sobre todo en una primera época en la que se aprovechaban las tramas más manidas de los géneros literarios populares, aunque escenificadas en ambientes más exóticos y futuristas. Pongamos como ejemplo la obra de Poul Anderson en la que en esta ocasión los malvados alienígenas tendrán como "compañeros" de reparto a toda una población de la Inglaterra medieval, que no dudaran en emprender una peculiar cruzada contra todo un imperio extraterrestre; espadas, flechas y caballos contra armas láser, bombas atómicas y naves que pueden viajar entre las estrellas a la velocidad de la luz.

Lo bizarro del planteamiento tiene como punto de partida la Inglaterra de 1345, justo en el preciso momento en el que Sir Roger, Baron de Tourneville, está reuniendo su mesnada con la intención de marchar junto a Eduardo III, enfrascado en plena Guerra de los Cien Años contra Francia. La imagen de caballeros y siervos preparando la empresa militar en los bucólicos parajes campestres de la pequeña población de Ansby, en Lincolnshire, se ve interrumpido por el aterrizaje de una enorme nave espacial procedente del imperio Wersgorix. Se trata de una nave de exploración que busca nuevos planetas que conquista, pero en esta ocasión no podrán cumplir su cometido al ser sorprendidos por el ardor de los ingleses, que en un plis-plas acaban con la expedición invasora a espadazo limpio. Sir Roger, hombre de gran valor pero de escasa inteligencia, tiene la intención de utilizar la nave capturada, de la que tan sólo ha sobrevivido un tripulante, para ayudar a su rey en su lucha con Francia y después marchar a Tierra Santa para liberarla de los infieles, para tal fin carga en la nave conquistada todos los habitantes del pueblo, animales incluidos, junto a caballeros y soldados, sin saber que esto es lo que quiere el alienígena prisionero. Cuando la nave se pone en marcha, y ante la sorpresa de todos, el alienígena pone rumbo hacia hacia uno de los planetas conquistados por los Wersgorinx con el fin de ser apresados y... ejecutados. Ni que decir tiene que las aviesas intenciones del prisionero no se ven satisfechas, revertiéndose de tal manera la situación que los aguerridos caballeros ingleses encadenan victoria tras victoria contra hasta el triunfo final.

El argumento parece de lo más simple, pero no se debe dejar pasar la inteligencia con que Anderson construye el relato gracias a sus conocimientos en historia medieval. En primer lugar, la narración la plantea como la lectura de un dietario escrito por un religioso que acompaña al Baron de Tourneville que es encontrado por una expedición procedente del planeta Tierra siglos después de que ocurrieran los acontecimientos narrados. El elemento metaficcional del libro dentro del libro sirve para que el autor pueda construir un relato en primera persona tal y como lo habría hecho un monje de la época con las escasos recursos literarios de los que disponía en el siglo XIV. Por esta razón, los hechos narrados no deben tomarse al pie de la letra, sino como parte de la hagiografía que canta las hazañas del Baron de Tourneville para ensalzar su figura, tal y como mandaban los cánones literarios de la época, además de incorporar en el relato el tópico cortés del fine’amor como recurso para explicar la relación incestuosa entre Lady Catherine, a esposa de Tournaville y uno de sus caballeros.

Resumiendo, la novela, a pesar de sus muchas deficiencias, debe ser leída como un divertimento sin más pretensiones que las de pasar un buen rato con la sucesión de aventuras que enlaza Anderson con su buen hacer, sin olvidar el punto de humor ácido con el que va trufando algunos de los momentos más delirantes de la novela. Sin duda es una pena hoy día no sea frecuente encontrar novelas con el espíritu meramente lúdico que encontramos en La Gran Cruzada, quizás Scalzi se acerca un tanto a éste ideal con sus últimas obras: El agente de las estrellas y El sueño del androide, pero es poco entre tanto buscador de trascendencia literaria.


jueves, septiembre 15, 2011

JOE HALDEMAN - Rumbo a Marte

Haldeman es un valor seguro. De ahí que no me ha resultado extraño que las  altas expectativas que tenía con Rumbo a Marte se hayan cumplido con creces, resultando una de las lecturas más agradables de los últimos tiempos. La esmerada revisión que hace Haldeman de las “novelas juveniles” del maestro Heinlein sorprende por la destreza con la que consigue recrear un modelo literario reconocible para los amantes del género de la ciencia ficción, pero sin llegar a caer en un ejercicio de travestismo que le reste al texto la propia personalidad del autor, reconocible por su tendencia hard  y por lo poco dado que es a especulaciones científicas de corte fantasioso, como eran las que, en la mayoría de ocasiones, se incluían en las obras para jóvenes de Heinlein.

Lo verdaderamente admirable de esta obra es como consigue Haldeman atrapar al lector gracias a una prosa tranquila, construida con frases cortas, sin recurrir a  complejas subordinaciones ni dejarse llevar por las estrategias textuales que puedan confundir al lector. La economía de recursos empleada en esta narración escrita en primera persona agiliza tremendamente la lectura, ayudada por la atracción mimética que desde la primera página se siente por la protagonista, Carmen Dula, una joven adolescente que tiene que dejarlo todo para acompañar a sus padres a Marte. La novela funciona también como el diario de una adolescente en pleno viaje iniciático hacia la madurez, al mismo tiempo que el texto se va constituyendo como una poderosa máquina de guiños literarios al lector habitual de ciencia ficción que, sin duda, encontrará un estimulo añadido gracias a la sensación de ir descubriendo entre las páginas de Rumbo a Marte a otros autores además de Heinlein, como pueden ser Clarke y Asimov, en un tour de force que emprende Haldeman con la intención de transportar a los lectores al corazón de la mejor ciencia ficción de la Edad de Oro, una difícil tarea que requiere de esfuerzo y habilidad pero que la pericia del autor hace que llegue a buen puerto, creando una obra que destila un gusto a clásico añejo, a los buenos tiempos de la ciencia ficción.

La novela en sí está estructurada en tres partes bien diferenciadas, herencia inevitable de haber sido editada en primer lugar como una novela por entregas en la revista Analog. El primer tercio de novela une la construcción de la identidad de la protagonista a través de su proceso mental mediante una crónica personal de carácter intimista en la cual la adolescente hace una detallada exposición de todas sus decepciones pasadas, que no son distintas a la de cualquier joven de ahora, con sus problemas en las relaciones humanas o en los estudios, la nula relación con sus padres y hermano o de la falta de motivación con la que emprende una nueva vida en un planeta en el que apenas viven un centenar de colonos; la falta de abstrusos monólogos interiores y de fábulas moralistas en esta fase de la narración hace que el lector trascienda la anécdota de la acción y la aventura y escoja al personaje como motor de la narración por encima de todo lo que supone el ascenso desde la Tierra hasta la estación orbital en la que espera la nave que los llevará hasta Marte. El viaje inicial se realiza por medio de un “ascensor”, similar al ideado por Clarke en Las fuentes del paraíso (1979), por cierto, la nave ha sido bautizada como John Carter, el héroe protagonista de la serie marciana escrita por Edgar Rice Burroughs, otro guiño a los grandes nombres del género. En esta parte de la narración aparece el Haldeman más hard al describir, de una manera tan simple como concisa, un programa espacial posible con una tecnología accesible en pocas décadas, con lo que esta visión realista de la “conquista del espacio” nos ayuda a imaginar cómo serán esas primeras experiencias y los problemas que ocasionarían la falta de gravedad y la radiación solar a la que obligatoriamente se verán expuestos los cosmonautas.

La segunda parte de la novela comienza con la llegada de Carmen a Marte después de seis meses de un duro viaje a gravedad cero en el que se han producido grandes cambios en la relación con su familia; además ha comenzado una relación sentimental con el piloto de la nave, diez años mayor que ella, lo que se traduce en el enfrentamiento de Carmen con la administradora de la colonia marciana, personaje típicamente “heinleniano” que viene a representar la opresión del estado sobre el individuo, el atentado a la libertad personal y demás fobias del maestro Heinlein. La dureza de la vida en la colonia, el aburrimiento de la monotonía y la constante persecución por parte de la administradora comienza a hacer mella en la joven, pero justo en el momento en el que la determinación de Carmen Dula comience a flaquear se produce el encuentro con los “marcianos”. El enigma sobre la raza de extraños seres que encuentran, los muchos enigmas que se plantean sobre ellos y las aventuras que viven los colonos marcianos dan paso a la tercera y última parte de la novela, que se inicia tras una elipsis temporal de varios años en los cuales Carmen ha terminado sus estudios universitarios, ha cuajado su relación con Paul, el piloto, y se ha convertido en la pieza clave en el proyecto de convivencia que se ha iniciado, junto a los recién encontrados marcianos, en la base orbital terrestre construida con la finalidad de que ambas razas lleguen a conocerse mejor. Carmen ha establecido una sólida relación de amistad con Rojo, el líder de los marcianos que le ha salvado la vida en dos ocasiones, con lo que se vuelve a reconstruir otro de los tópicos de las “novelas juveniles” de Heinlein: la amistad entre el joven protagonista y un alienígena bueno que en ocasiones actúa como mascota (cosas del antropocentrismo), recordemos por ejemplo los casos de Rebelión en el espacio (Red Planet), Hija de Marte (Podkayne of Mars) o Consigue un traje espacial: viajarás (Have space suit – will travel). En la estación orbital ocurren una serie de acontecimientos que parece indicar que los supuestos marcianos no son originarios de Marte, sino que han sido dejados allí por una inteligencia alienígena para controlar a los humanos y, si representan una amenaza, eliminarlos. Será aquí, al final de la novela cuando se le podrá achacar al autor algún pero a su obra por la rapidez, casi brusquedad con la que acaba la novela tras la  dejando muchos cabos sueltos todavía por resolver; por cierto, un final que se asemeja mucho al que Heinlein quería para Podkayne of Mars y que su editor le obligó a cambiar.

Rumbo a Marte (Marsbound) es la primera entrega de una trilogía que continuó con la aparición de Starbound (2010), en la que continúan las aventuras de Carmen Dula y de su ya marido, el piloto Paul Collins, embarcados en una misión que les llevará al lejano planeta de los Otros para evitar la destrucción de la humanidad. Con Rumbo a Marte se recupera el sabor de la ciencia ficción más tradicional y, sin duda, es una buena novela para que muchos jóvenes lectores se inicien en la ciencia ficción. Para finales del presente año está anunciada la aparición de la tercera entrega de la trilogía que llevará por título Earthbound.

martes, septiembre 13, 2011

ROBERT A. HEINLEIN - Rebelión en el espacio

Red Planet (1949), tercera de las denominadas “novelas juveniles” escritas por el maestro Robert A. Heinlein, no ha sido publicada nunca por una editorial española. La edición que se puede, o mejor dicho, se podía encontrar en castellano, la publicó la editorial argentina Acme en 1958 con el título de Rebelión en el espacio. No hay que ser una eminencia para adivinar la razón por la que ningún editor nacional de los años 50 hubiera osado publicar una novela con ese título. Y aunque se hubiera cambiado el título, difícilmente la censura del momento habría permitido que saliera a la luz una novelita en cuyo argumento unos chavales se rebelaban contra la tiranía del director de un internado que imponía su autoridad manu militari, habría sido suicida. Afortunadamente en la actualidad, gracias sobre todo a los nuevos lectores de libros digitales, podemos recuperar obras como la presente, en las cuales se encuentra todo el encanto de la ciencia ficción primigenia, cuando se colocaba la aventura por encima de la especulación cienctífica, todo al servicio del entretenimiento, aunque algunos elementos del escenario que nos presentaban los escritores del momento hoy día parecen notablemente desfasados.

Anteriormente, en la reseña que dediqué a Consigue un traje espacial: viajarás (1958), otra de las maravillosas “novelas juveniles” escritas por Heinlein entre 1948 y 1958, ya detallé algunas de las principales características que se aplican tanto a Heinlein como a estos escritos para jóvenes en particular. Recordemos que tienen en común una doble vertiente: por una parte la lúdica, que busca que el lector pase un buen rato leyendo una serie de aventuras que tienen como protagonista un joven adolescente en pleno proceso de madurez, mientras que por otra parte cumple con la intención didáctica de mostrar la ciencia como algo asequible y “divertido”; los más críticos con el maestro Heinlein le añadirían una tercera: la de proclama ultraderechista.  Y es que el escritor norteamericano y sus escritos no han terminado de quitarse una ¿merecida? fama de militarista y de amante del individualismo y la libre determinación llevados a su máximo exponente.

En Rebelión en el espacio, Heinlein presenta un futuro en el que los humanos han llegado a colonizar Marte, con los consiguientes problemas de nacionalismo que se genera en la sociedad marciana, deseosa de tomar sus propias decisiones sin que estas vengan dictadas por el gobierno de la Tierra. Junto a las reivindicaciones independentista que planean de manera permanente sobre el lector, podemos encontrar otros hilos argumentales de tipo costumbrista, como puede ser la descripción de la vida diaria de los colonos marcianos y de la descripción que el autor hace de un Marte habitado por plantas y seres supuestamente “inferiores” al hombre, y de unas milenarias ciudades en ruinas que nadie sabe a quién pertenecieron en un pasado remoto, lugares  en el que sus misteriosos habitantes construyeron unos enormes canales para llevar el agua a las zonas desérticas del planeta.

La acción toma prestada para sí misma buena parte de la de la historia de los EEUU: la dependencia política, económica y administrativa de la “metrópolis” por parte de los colonos; la usurpación que hacen los colonos de las tierras sagradas de los nativos marcianos, a los que consideran inferiores; el modelo de expansión y colonización que se hace en Marte, muy semejante a la fundación y expansión de los Estados Unidos por América del Norte, propia de la Doctrina del Destino Manifiesto, por la cual los EEUU están destinados a expandirse por todo el mundo (ahora otros planetas).

El lector va entrando poco a poco en contacto con el día a día de los colonos marcianos de la mano de Jim y Frank Marlowe, dos jóvenes que viajan a la capital marciana a estudiar en la Academia Lowell en régimen de internado. Los acompaña Willis, una mascota marciana de gran inteligencia, a pesar de su aspecto de bola peluda, que tiene una rara habilidad para grabar y reproducir los sonidos que se producen a su alrededor. Durante el viaje que los llevará desde su casa a la academia encuentran a Gekko, un nativo marciano del que se hacen amigos gracias a que éste les da agua, lo que equivale a un ceremonial que para los marcianos autóctonos equivale a ser “hermanos de agua”.

En la academia los chicos pronto chocarán con el director de la misma, el señor Howe, que llega a confiscarle a Willis alegando que a los alumnos les está prohibido tener mascotas. Frank y Jim consiguen rescatar su mascota del despacho del director y descubren, gracias a las habilidades memorísticas de Willis, como el director y el administrador de la colonia, el señor Beecher, planean impedir la emigración anual que realizan los colonos marcianos por motivos climatológicos, todo ello con tal de ahorrarle una importante cantidad de dinero a las arcas terrestres. Ante el peligro que encierra la prohibición para la vida de los colonos, los dos jóvenes deciden huir de la academia. Y es ahora cuando comienza la gran aventura de Jim y Frank que se verán obligados a atravesar varios miles de kilómetros de inhóspito suelo marciano para informar a los colonos de los planes del administrador. Como es habitual en las “novelas juveniles” de Heinlein, la superación de peligros y la toma de responsabilidades ayuda a sus protagonistas es el proceso iniciático que deben superar para llegar a convertirse en adultos; en esta ocasión, además de participar en una revolución con el fin de liberar a los colonos de la tiranía del gobierno terrestre, los jóvenes, descubren cómo funciona la civilización marciana y el importante papel que desempeña Willis en la misma.

Red Planet sirvió como referencia a Heinlein en una de sus obras más celebradas, como fue Forastero en tierra extraña (1961), en cuanto el ciclo de vida de los marcianos en ambas novelas es similar (no igual), además de compartir el hecho de la “hermandad de agua” y de la defensa de la libertad que se hace en ambas, sin olvidar Hija de Marte (Podkayne of Mars, 1963).  Otra influencia de esta obra la encontramos recientemente con la aparición en el panorama literario de la ciencia ficción en castellano Rumbo a Marte, obra de Joe Haldeman a la que se compara con las "novelas juveniles" de Heinlein en general y con Red Planet en particular. De ser así sería un merecido homenaje a un tipo de novelas que ha entretenido a varias generaciones de aficionados al género pese a que originalmente estaban concebidas por parte del editor como un entretenimiento para adolescentes. A pesar del lastre que supuso el continuo recorte que sufrían sus escritos por parte de la editorial, Heinlein supo crear un tipo de obras que no solamente contentaban a los más jóvenes, sino que atraían a los adultos.

miércoles, agosto 31, 2011

STANLEY G. WEINBAUM - Odisea en Marte

Con el paso del tiempo, Stanley G. Weinbaum fue considerado por muchos de los más afamados escritores de la Edad de Oro de la Ciencia Ficción como el primero de los grandes escritores de la ciencia ficción pulp en los Estados Unidos. Su prematura muerte acaecida en 1935, tan sólo 18 meses después de la publicación de su primer relato, hizo imposible ampliar su legado bibliográfico que apuntaba a convertirse en el camino a seguir por los pioneros del género. Su breve producción, apenas una veintena de cuentos, fue suficiente para que tanto escritores como aficionados reconocieran su talento y alabasen el tratamiento revolucionario con el que presentaba a los exóticos seres alienígenas que brotaban de su imaginación; sin ir más lejos, fue descrito por Isaac Asimov, admirador incondicional de su obra, como el primer  escritor de ciencia ficción moderno al considerarlo un escritor “campbelliano” antes de que el propio John W. Campbell iniciara su trabajo editorial al frente de Astounding. Su relato más conocido, que además fue el primero que escribió, fue Odisea en Marte (1934), publicado en la revista Wonder Stories, una de los principales referentes de la literatura pulp de la época, al igual que su director Hugo Gernsback.

Pese a que Weinbaum no se limita a caer en los manidos tópicos del género escribiendo historias en las que el hilo argumental gira en torno a una sucesión de aventuras, poco originales en la mayoría de ocasiones, en las que el héroe de turno se tiene que enfrentar a viscosos seres malignos venidos de más allá de las estrellas con la única intención de invadir la Tierra o comerse a todo humano que se cruce en su camino, no podemos olvidar que los relatos de Weinbaum son hijos de su tiempo, por lo que no podía escapar por completo a ese tipo de guiones ya prefijado de antemano en la mente de los aficionados al género; sin embargo, las concesiones que hace el autor a los lectores,no dejan de lado el  "rigor científico" (para su época y conocimientos) con el que trata de buscar una solución a problemas de física o matemáticas que se plantean en la narración, con lo que su obra se acerca a lo que sería más adelante la Edad de Oro de la ciencia ficción, momento en el que se abandonan las “historias de marcianos” para tomar partido por la especulación científica como elemento clave para desarrollar los argumentos. Pero lo realmente innovador de sus cuentos no es el escenario ni la incipiente especulación científica que se comienza a vislumbrar, sino los personajes, especialmente los alienígenas, a los que dignifica colocándolos en una posición incomprensible para el hombre, alejándolos de la dicotomía buenos-malos con la que acostumbramos a juzgar sus intenciones teniendo como referencia la "naturaleza humana". Las criaturas creadas por Weinbaum resultan totalmente herméticas en sus intenciones y acciones al pertenecer a formas de vida alejadas en todo momento a los parámetros antropocéntricos en los que medimos la vida inteligente. En Odisea en Marte podemos asistir a la aparición de plantas inteligentes, enormes aves con aspecto de avestruz o seres de silicio que pueden vivir miles de años sin que la mente humana sea capaz de comprender la finalidad de su  extraño ciclo vital, lo que de otorga un plus de originalidad al relato.

El argumento de Odisea en Marte no se aleja mucho de la referencia homérica que encierra el título. En esta ocasión el moderno Ulises es Dick Jarvis, astronauta que pertenece a una expedición que tiene como objetivo investigar el planeta rojo; Jarvis sufre un accidente cuando se dedicaba a fotografiar el paisaje ayudado de un cohete portátil, quedando en esos momentos separado del resto de sus compañeros, por lo que se ve en la obligación de recorrer a pie la distancia que lo separa de sus compañeros de expedición. Durante su periplo marciano Jarvis encuentra a un extraño pájaro inteligente que está a punto de ser devorado por una planta que lo ataca con sus tentáculos, éste ser tentacular atrae a sus víctimas entrando en su mente, una versión marciana de las sirenas que atraen a los marineros hacia su perdición en la obra de Homero. El peculiar ser con forma de avestruz salvado por Jarvis responde al nombre de Tweel y acaba por convertirse en el guía y compañero de viaje del terrestre. El relato prosigue encadenando episodios en los que tienen que hacer frente a la aparición de extrañas formas de vida y los misterios que se les plantean, como una extraña e inacabable línea de pequeñas pirámides de silicio de varios miles de años de antigüedad, todas ellas abiertas por la parte superior o el descubrimiento de una ciudad en la orilla de un canal marciano por la que pululan unas extrañas criaturas con forma de barril.

Odisea en Marte es una muestra más de la buena ciencia ficción que se hacía en la época de los pulp. Una joya que debe conocer todo buen aficionado.

domingo, marzo 06, 2011

¿Cómo publicar Las monarquías de Dios? (Alamut)

El editor de Alamut, Luis G. Prado, ha hecho en su blog un llamamiento a los lectores de la saga Las monarquías de Dios, de Paul Kearney. Los problemas para publicar la tercera entrega de la serie, explicadas ampliamante en esta entrada...
http://artifexplus.blogspot.com/2011/02/proxima-entrega-de-las-monarquias-de.html

...ha decidido a G. Prado a pedir consejo a los lectores para encontrar una fórmula para evitar que el proyecto resulte ruinoso para la editorial. De las muchas ideas aportadas por los seguidores de la serie, en particular, y de los que apreciamos y admiramos el trabajo que se hace en Alamut, la que parece tener más posibilidades de salir adelante es la de incentivar la venta directa por parte de los lectores, tal y como se puede leer en la siguiente entrada de su blog:

http://artifexplus.blogspot.com/2011/03/como-publicar-las-guerras-de-hierro.html

Copio y pego un breve fragmento de la entrada que resume la intención de Alamut para poder continuar con la publicación de esta serie:

Resumiendo: adoptaremos con mucho gusto la idea que nos habéis dado de financiar la publicación de Las guerras de hierro y los otros dos títulos de Las Monarquías de Dios con la compra directa por parte de los lectores que deseen apoyar la edición de esta serie (¡y ojalá que sean muchos!). Las preguntas son: ¿parece mejor ofrecer la compra de un solo título, o es más práctico (y atractivo) ofrecer la suscripción a los tres libros restantes? Y, ¿qué incentivos se os ocurren para los lectores que apoyen la iniciativa? Sinceramente, si esto sale adelante, se merecerán todo lo que podamos devolverles como agradecimiento. Por último, ¿cómo difundir esta oferta de forma que ningún lector interesado se quede sin conocerla y pueda decidir si quiere aprovecharla? En todas estas cuestiones, estoy abierto a vuestras propuestas.


Uno de los problemas con los que se encuentra Alamut a la hora de llevar adelante esta propuesta es que llegue a los lectores de Las monarquías de Dios, desde aquí ponemos nuestro granito de arena para que los interesados en colaborar con Luis G. Prado se puedan poner en contacto con él y mostrarle su apoyo.

domingo, enero 30, 2011

TOM GODWIN - Las frías ecuaciones

El nombre de Tom Godwin no resultará conocido para muchos de los aficionados a la  ciencia ficción en nuestro país; sin embargo, y a pesar de la escasez de su producción literaria, 3 novelas y poco más de 30 relatos, tiene el honor de haber contribuido al género con una de las mejores y, en su tiempo, más polémicas narraciones que uno pueda recordar.

En efecto, Las frías ecuaciones, publicada originalmente en la restiva Astounding en agosto de 1954, no dejó a nadie indiferente. Pese a lo dicho en cuanto a las virtudes de este cuento, Godwin no destacó nunca por su calidad literia, tampoco por su imaginación ni por nada que distinga su obra como algo escepcional, ni tan siquiera aceptable. De ahí que tan sólo se hayan traducido al castellano dos de sus creaciones: Las frías ecuaciones, incluida en varias recopilaciones de poco peso además de en Nueva Dimensión nº 87 y en el número 9 de la revista Gigamesh,  y la novela Prisión espacial,  cuyo nombre original es The Survivors, es la ampliación de Too Soon to Die, un relato que Godwin escribió en 1957, fue editada en nuesto país por Cénit en 1961. La novela no tiene mucho que comentar, se trata de una típica narración de aventuras con todo el imaginario que se solía incluir en este tipo de historias para adolescentes. Lo mejor que se puede decir de ella es que se lee con facilidad y, en momentos puntuales, resulta hasta entretenida.


Volviendo a Las frías ecuaciones,  el argumento en sí es tremendamente sencillo: una pequeña nave del Servicio de Emergencias debe llevar un antídoto a una lejana colonia planetaria con el fin de salvar a un grupo de colonos atacados por un virus mortal. Cada segundo cuenta si se quiere salvar a los afectados; por esta razón se debe utilizar un tipo de  nave con unas caracterísitcas muy concretas para viajar más rápido, así pues, tan sólo puede llevar un tripulante, la carga, en este caso el antídoto y la cantidad justa de combustible para llegar al destino. Pero mira por donde, la impaciencia de Marilyn, una joven adolescente, por ver a su hermano, uno de los colonos afectados, hace que se cuele en la pequeña nave como polizón. El piloto la descubre y debe aplicar lo que marca el protocolo en estos casos: lanzar al polizón al espacio. Si no lo hace, el peso extra de la joven hará que se consuma más combustible de la cuenta y ambos moriran al no poder llegar hasta la colonia afectada, a lo que se deberá añadir la muerte de los colonos enfermos al no recibir el tratamiento. A partir de aquí el piloto y sus superiores se tendrán que enfrentar con el hecho de que no hay otra solución que no sea la muerte de la joven.  El  final, gracias a la intervención de Campbell que abortó de manera sistemática todo tipo de argucia que intentó Godwin para salvar a la joven polizón, es el más lógico: la muchacha debe aceptar su muerte y saltar al vacío para procurar la salvación de los colonos y la del propio piloto.
Portada Astouding de agosto 1954
Para apreciar en su totalidad la importancia de este relato debemos situarnos en el momento temporal en el que fue escrito: en plena Edad de Oro de la ciencia ficción. Un momento en el que la mayoría de escritos estaban enfocados a la acción misma, es decir, a los acontecimientos y a su resolución, no a como estos afectaban psicológicamente a los personajes; de esta manera entenderemos con más claridad lo innovador que resulto en su momento el planteamiento y, por supuesto, el final, situado en las antípodas del casi obligatorio final feliz. Tengamos en cuenta que en los relatos que planteaban una situación como la que se origina en la pequeña nave de emergencia, la historia giraba en torno a la manera, más o menos ingeniosa, en la que la chica lograría salvarse, burlando de este modo el trágico desenlace que le deparaba el destino, pero aquí nada de esto sucede, la sapiencia y la visión editorial de Campbell centra la situación en el problema emocional que se les presenta a los personajes, dejando de lado el planteamiento técnico de la solución que evite el sacrificio de la joven.

Las frías ecuaciones es el más claro ejemplo de como una idea acertada se puede sobreponer a la nula capacidad de un escritor, en este caso Godwin, y convertir un texto que debido al acartonamiento de los personajes, el estilo ramplón, el planteamiento artificial y lo sensiblero del desenlace no debería haber trascendido en la mente del lector más allá de los 20 minutos que se tarda en leer. Sin detenerse en todos estos inconvenientes, las reacciones a la historia fueron tales que se convirtió en un clásico. Este estatus lo adquirió gracias a descolocar al lector con un final inesperado por lo trágico, dada la ausencia de un deus ex machina que revertiera la lógica del desenlace. De esta manera, un pequeño cuento de ciencia ficción quedó emparentado en su trasfondo con un género como la tragedia griega, en la que todos los personajes son víctimas del destino y, de una manera u otra, reciben al final su castigo. Marilyn, la joven polizon, tiene mucho en común con la Antígona de Sófocles, la cual también se enfrenta a dos nociones del deber: por una parte el familiar hacia su hermano, que la obliga a sepultarlo pese a la amenaza de muerte que pesa sobre quien lo haga y, por otra parte, la obligación civil y social que la obliga al cumplimiento de las leyes del Estado, con lo que debe aceptar su muerte al desobedecerlas. Marilyn, al igual que Antigona está imbuida de ese amor fraternal que la hace subir de manera impulsiva a la pequeña nave de salvamento con el fin de acortar el tiempo de espera para encontrarse con su hermano, sellando ,de este modo, su trágico final obligada por su otro deber para con la sociedad que representan los colonos enfermos. Su conciencia la hace aceptar su final sin titubeos, sabedora de que, al igual que Antígona, había sellado su final al sobrepasar las normas fijadas por el "poder". Son las leyes de la civilización y lo que aconseja la pura matemática, las frías ecuaciones.

Buena parte de la polemica que en un principio sustitó ésta narración viene dada por las acusaciones de plagio que lanzaron contra Godwin, ya que con anterioridad se habían publicado al menos dos historias muy parecidas a la que él cuenta. Por una parte existía un cuento similar titulado Una decisión de peso, escrita por Al Feldstein, aparecida en 1952 en Weird Science, que también exploraba la cuestión de la eliminación física de una mujer polizon para que el resto se salve; la segunda, escrita por C. E. Tubb en 1949, un año antes de dedicarse profesionalmente a la escritura, fue la primera en plasmar la situación de eliminar un tripulante para que los demás se salvaran.

Un relato de obligada lectura para todos los buenos aficionados. Fácil de encontrar en la red y rápido de leer. No os defraudará.

domingo, enero 23, 2011

MURRAY LEINSTER - Ataque desde la cuarta dimensión

El norteamericano Murray Leinster, pseudónimo del escritor William F. Jenkins fue uno de los máximos representantes de la literatura pulp de principios y mediados del siglo XX. Su nombre se asocia de manera indefectible  al grupo de escritores comandados por Campbell, que conformaron el núcleo de la llamada Edad de Oro de la ciencia ficción, y a la revista Astounding, la más paradigmática de las publicaciones dedicadas a este tipo de relatos, aunque la trayectoria de Leinster como escritor comenzó mucho antes de que apareciera esta revista. El para muchos decano de la ciencia ficción, publicó su primer relato, The Runaway Skyscraper en 1919, siendo éste el punto de partida de una de las carreras más prolíficas en cuanto a la cantidad de relatos escritos, más de 1500, y un buen número de novelas, la mayoría dedicadas a la ciencia ficción, aunque también cultivó otros temas asociados a las publicaciones para adolescentes como el wester, el terror o el misterio. Entre los premios recibidos a lo largo de su dilatada trayectoria destacan el Hugo a la mejor novela corta por Exploration Team, editado en España por Vértice en la recopilación Explorador de planetas (1963), en el número 3 de la colección Galaxia, pudiéndose encontrar también en el número 36 de  la desaparecida revista Nueva Dimensión; asi mismo, recibió un retro Hugo en 1996 por la novela corta First Contact; ésta última se puede encontrar publicada en castellano en la editoral Caralt en la recopilación El planeta solitario (1980) o en el número 78 de la revista Nueva Dimensión.

A pesar de su amplia trayectoria y su buen hacer, Murray Leinster es hoy día un autor totalmente olvidado por editores y lectores. En nuestro país tan sólo los más veteranos aficionados a la ciencia ficción, forjados en la lectura de viejas colecciones como Nebulae, Cénit y Galaxia, entre otras, recuerdan sus obras. Leinster no fue un escritor virtuoso en cuanto al uso de las palabras o a la innovación en las formas literarias, pero sus historias siempre resultaban amenas y entretenidas gracias a la agilidad y dinamismo que sabía insuflarle a las tramas, a pesar de que éstas aparecen lastradas por lo que demandaban los lectores de las publicaciones pulp: aventuras sin tramas complicadas en exceso, sentido de la maravilla, paisajes oníricos alternados con otros dantescos y personajes sin demasiado fondo que sirvieran como héroes prototípicos para que el lector se sintiera identificados con ellos. A pesar del poco margen de maniobra que dejaban las apetencias de los lectores, Leinster aportó un buen número de ideas originales que abrieron nuevas puertas en el género de la ciencia ficción; por ejemplo fue el primero en ideal un intrumento comparable a lo que hoy día llamamos PC, y a una red de información similar a nuestro internet, tal y como aparece en Un lógico llamado Joe (1946), uno de sus relatos más famosos; otra de sus grandes aportaciones fue la de los universos paralelos, una idea que exploró en 1934 en el relato Sidewise in Time y que sería el eje sobre el que giraría la novela que hoy nos ocupa: The other side of here (1936), título adaptado aquí por la colección Nebulae en 1956 como Ataque desde la cuarta dimensión. La lectura de esta novela, sobre todo comparándola con Operación Terror (1962), de la que en breve escribiré una reseña, nos sirve para descubrir un buen número de características esenciales de la obra de Leinster. Pese a que la mayor parte de sus novelas pertenecen al space opera y trascurren en un futuro lejano, las dos que nos sirven de guía "ideológica y formal", por llamarlo de alguna manera, tienen como referencia temporal el presente y giran entorno a otro de los grandes paradigmas de la ciencia ficción: la invasión del planeta por parte de "extraterrestres".

En Ataque desde la cuarta dimensión, vio la por primera vez en el número de agosto de 1936 de la revista Astounding. El argumento es sencillo y transparente con la intención de ayudar a que el  lector se meta en la novela desde la primera página; la facilidad y la rapidez con las que Leinster presenta los personajes y la trama, apenas un capítulo, dan sobrada muestra de las tablas como escritor que ha ido adquiriendo con los años. En tan breve espacio de tiempo es capaz de ponernos al corriente sobre una misteriosa serie de muertes y despariciones de afamados hombres de ciencia que se van sucediendo por todo el mundo. La hija de uno de los científicos desaparecidos y el prometido de ésta serán los encargados de descifrar todos los enigmas que se les irán presentando y, como resultado y premio por todo este esfuerzo, salvar al planeta. Aparecen aquí algunas de las "señas de identidad" de Leinster: el protagonismo suele recaer en una joven pareja, con más peso en la acción para el hombre, eso sí, perteneciendo estos héroes a lo que podríamos llamar "gente corriente", nada de superhombres entrenados para acometer las mayores hazañas, sino buenos ciudadanos que al verse sometidos a una situación de peligro reaccionan de manera ejemplar. La descripción que hace del entorno es también esclarecedora en cuanto a los sentimientos nacionalistas de Murray y de su miedo por que la paz y estabilidad alcanzada por su país se vea alterada por una amenaza exterior: tanto en esta novela, en la que hace una descripción idílica de la pequeña población en la que viven los protagonistas, como en Operación Terror, cuyo escenario principal son los bucólicos bosques estadounidenses. En ambos relatos el autor deja entrever un temor, casi paranoico, a perder el estado de paz social que han reconquistados sus paisano tras vencer  las duras vicisitudes económicas heredadas de la caída de la bolsa en el 29, como es el caso de esta narración, o la sensación de estar en el punto de mira de la amenaza "roja" que se desató en los EEUU al finalizar la II Guerra Mundial, como se apunta en Operación Terror. Ese enemigo invisible con el que ha convivido la sociedad norteamericana durante buena parte del siglo XX, en forma de fascismo o comunismo, toma cuerpo en Ataque desde la cuarta dimensión de  manera repentina en forma de plaga bíblica: en distintas zonas del país los seres vivos comienzan a quedar petrificados, convertidos en estatuas de sal. Pero la realidad de lo que sucede está bastante alejada de manifestaciones de tipo sobrenatural, no es más que el resultado de una violenta invasión por parte de seres humanos, idénticos a nosostros, provenientes de una dimensión paralela, los cuales han hecho prisionero al científico terrestre que ha ideado la manera de crear puertas que conecten entre sí nuestra dimensión y la de los belicosos atacantes. La finalidad finalidad de los "invasores" no es muy compleja, puesto que su única aspiración es la de saquear todo lo que puedan y llevarse a las mujeres jóvenes para que les sirvan de esclavas sexuales, junto a los mejores científicos del planeta para que trabajen para ellos y les ayuden a dar un salto tecnológico que los saque del estancamiento industrial en el que están inmersos. En el conflicto que se genera la prensa nacional es presentada por Leinster como un aparato de propaganda al servicio del estado y de los gobernantes, al querer tapar la realidad de lo que ocurre y ocultar su incopetencia, culpando de los sucedido a un extraño virus que convierte los tejidos de los seres vivos en piedra; de igual manera, en Operación Terror, el gobierno y los medios de comunicación controlados por el aparato del estado también ocultan la realidad de lo que está ocurriendo, siendo en los dos casos la actuación individual de los personajes protagonistas las que anulan la amenaza y "salvan" a la humanidad, un guón que, por lo próximo a sus ideales, podría haber escrito el mismo Heinlein.
 
La manera en que Leinster presenta a los invasores en Ataque desde la cuarta dimensión, como unos pobres campesinos subyugados por las élites aristocráticas que los tiene sometidos, tiene un cierto parecido con la visión que muchos políticos e intelectules americanos tenían de la Europa del momento, 1936. Un contiente que se debatía entre el ascenso del fascismo y el peligro bochevique; por lo tanto, no es descabellado pensar, que los "invasores" que dibuja Leinster en sus obras, amenazando la paz y estabilidad del prospero pueblo americano, son el reflejo de la desconfianza que, de manera continuada, ha sentido la sociedad americana por todo lo que pueda llegar de fuera, sobre todo de Europa. Como último elemento representativo de las novelas de Murray Leinster, se debe citar su ironía y sentido del humor, sobre todo aplicado a algunos conceptos científicos de los que hace autentica mofa; por ejemplo, las armas con las que consigue derrotar al enemigo en ambas novelas con pequeños ingenios construidos con una batería de coche, una antena de radio y unos alambres; con unos elementos tan simples consigue resultados mágicos, como destruir blindados a distancia: un cachondo mental.

Pese a que Asalto desde la cuarta dimensión no es ni mucho menos la mejor obra de Leinster, tampoco la peor, si que es, a mi entender, la que mejor deja ver la manera de entender la literatura pulp por parte de uno de sus grandes maestros. Difícilmente una editorial apostará en un futuro próximo, ni lejano, por recuperar las obras de este genio olvidado. Aunque gracias a los nuevos e-readers, y a la facilidad que ofrece internet (ese lógico llamado Joe, que diría Leinster) para conseguir un buen número de obras de Leinster, seguro que muchos se animarán a conocerlo más de cerca. La experiencia vale la pena.
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