El británico Eric Frank Russell es otro de los buenos autores de ciencia ficción que publicó en la mítica revista Astounding Science Fiction a las órdenes del no menos mítico editor John W. Campbell. De su producción destaca, a parte de la estupenda Barrera Siniestra (1939), el relato Allamagoosa (1955), con el que ganó el prestigioso premio Hugo a la mejor historia corta en 1955. Al año siguiente publicó la novela que ahora nos ocupa, Tres que Capturar (1956),publicada originalmente en Astounding con el título Call Him Dead, y editadacon posterioridad en España por Cenit Ciencia Ficció. Actualmente se puede recuperar gracias a la facilidad con que se accede en la red a archivos de ésta novela perfectamente formateados para su lectura en e-readers. Ya desde el principio, la novela de Russell sorprende por su capacidad de atrapar al lector pese a lo añejos que hoy día nos parecen los fundamentos sobre los que se ha construido la trama de Tres que Capturar. Una novela influenciada, sin duda, por Campbell, obsesionado con los poderes psíquicos –en los que creía fervientemente– como demuestran el gran número de relatos con personajes poseedores de poderes telepáticos que se publicaron en Astounding.
Tres que Capturar es un buen acercamiento a las características argumentales y técnicas de la obra de Eric Frank Russell, marcadas -como las de tantos otros artesanos de las letras que forjaron la Edad de Oro de la Ciencia Ficción con imaginación, inteligencia y buen hacer- por la situación política y social que representó la Guerra Fría y la “caza de brujas” que se desarrolló entre los intelectuales y progresistas del bloque occidental en los años 50’. Y es que en esta novela no faltan elementos de análisis y debate, nada de extrañar si tenemos en cuenta que sus referencias más directas son nada más y nada menos que Amos de Títeres (1951), una de las novelas más importantes del maestro Robert A. Heinlein o Los ladrones de cuerpos (1955) de Jack Finney, obras que introdujeron el tema de la “parasitación” en forma de alienación política, en un contexto de paranoia colectiva en la que vivía la sociedad americana en plena Guerra Fría. El tipo de invasiones que plantean estas novelas funcionan como una parábola de la traición de los valores de occidente por parte de aquellos que se habían acercado a un tipo de ideologías contrarias al capitalismo y próximas al comunismo que se predicaba desde el otro lado del "Telón de Acero" soviético.
Políticas aparte, y centrandonos en el argumento de la novela de Russell, se nos cuenta una trepidante historia en la que la Tierra tiene que defenderse de una invasión de alienígenas del planeta Venus. Lo peculiar de la invasión, es que los alienígenas son pequeños virus que infectan a los humanos, poseyéndolos y dominando su voluntad de manera similar a las babosas ideadas por Heinlein para Amos de Títeres; en este caso, los invasores llegan a la Tierra en el cuerpo de los tres astronautas que componen la tripulación de una misión secreta que el gobierno de los Estados Unidos ha enviado a Venus. Allí, los terrestres son "invadidos" por una forma de vida parasitaria, aunque muy inteligente que tiene la intención de utilizarlos para llegar a la Tierra y extenderse por el planeta poseyendo a todo humano que se les ponga por delante. Desafortunadamente para ellos se topan con un singular humano, Wade Haper, un empresario que se dedica a la construcción de micro-herramientas técnicas muy especializadas que, además, es poseedor de unos sorprendentes poderes telepáticos, capaces de detectar a los alienígenas, sin olvidarnos de su pintoresco físco (es más ancho que alto debido a su corta estatura y su enorme corpulencia, que unido a el abundante pelo que adorna su cuerpo lo hace parecer más un mono que un hombre).
Además de funcionar como una novela de primer contacto , Tres que capturar incluye influencias asimiladas del género bélico y de la novela de detectives contemporánea, convirtiéndose en una adictiva novela que combina a la perfección dos argumentos recurrentes del género de la ciencia ficción: las invasiones extraterrestres y la alienación del individuo, mezclada con gran acierto con elementos policiacos y de misterio; de esta manera, Russell, al añadir a su estilo directo y sin florituras un ritmo narrativo que utilizaba como elemento para captar la atención del espectador una continua suma de enigmas que enriquecía la trama, dotaba a la narración de una dinámica que mantiene pegado al lector a sus páginas pese a la total ausencia del sentido de la maravilla, uno de los artificios más utilizados por los autores para captar la atención de sus lectores. Aquí no hay ningún efecto maravilloso, ni exóticos paisajes extraterrestres, ni naves espaciales o inteligencias artificiales que rivalicen con la humana, en Tres que Capturar los extraterrestres son como nosotros los humanos, es más, ¡¡¡somos nosotros!!!
Russell, desde la primera línea juega con las expectativas del lector subvertiéndolas una y otra vez; por ejemplo, ante la aparición de Wade Harper, nos parece estar ante un personaje poseedor de talentos excepcionales que lo aíslan de sus semejantes y lo convierten en una potencial amenaza para la humanidad, sobre todo cuando parece asesinar a sangre fría a una joven con la que se cruza por la calle; sin embargo, Wade resulta ser un “mutante” con poderes psíquicos que le permiten leer (impunemente) el pensamiento de los que lo rodean y que saca partido a estos poderes ayudando a la policía y al F.B.I, en la resolución de los casos más complicados. Wade es un outsider, alguien que se mueve en la periferia de las normas sociales, apartado de los convencionalismos de una sociedad a la que contempla desde fuera; se le puede comparar con el arquetipo individualista que puebla las novelas de Heinlein, un personaje al margen de la sociedad que escapa al control del gobierno, siendo esta huída y crítica al poder y a la burocracia otra de las características que se repiten en muchas de las obras de Russell, a menudo en forma de sátira como en Barrera Siniestra (1939) o Avispa (1957).
En resumen, Tres que Capturar es una novela que merece la pena ser leída por lo bien construida que está, gracias a lo cual el tiempo la ha tratado con la delicadeza necesaria para que medio siglo después de ser escrita conserve momento de gran frescura que proporcionan una lectura más que agradable.
En resumen, Tres que Capturar es una novela que merece la pena ser leída por lo bien construida que está, gracias a lo cual el tiempo la ha tratado con la delicadeza necesaria para que medio siglo después de ser escrita conserve momento de gran frescura que proporcionan una lectura más que agradable.
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