Vaya por delante que considero a Harry Harrison uno de los escritores de ciencia ficción más limitados de entre aquellos que tienen una cierta fama entre los aficionados. A pesar de mis prejuicios no he dudado en embarcarme en la lectura de dos de los títulos que más llamaban mi atención de entre la larga lista que tiene publicados en castellano (hay que amortizar el Papyre). Se trata de los dos primeros de la trilogía Deathworld, los únicos que vieron la luz en nuestro país. La ediciones digitales que encontré pertenecen al número 3 de la colección Pulsar, editada por Tridente a principios de los noventa, correspondiente al primero de la serie que lleva por título El mundo de la muerte; el segundo volumen de la trilogía, que en su versión original se titulo The Ethical Engineer (1963) y en castellano Mundo Muerto lo encontré en una versión publicada con el número 32 en la colección Infinitum, editado por Ferma en 1967. La versión digital era muy buena, sin defectos ortotipográficos producidos por su conversión al formato FB2.
El mundo de la muerte narra las aventuras de un jugador profesional, de nombre Jason dinAlt, que se gana la vida en los casinos de los planetas fronterizos. El secreto de su éxito en los juegos de “azar” se debe a sus habilidades telepáticas y telekineticas que le permiten mover dados y adivinar cartas para frustación de sus contrincantes. Un buen día recibe el encargo por parte de un gigantón procedente del planeta Pyrrus de hacer saltar la banca de un importante casino para comprar armas con las que los habitantes de este planeta puedan continuar su lucha de supervivencia contra las especies animales y vegetales que los están diezmando. Tras muchas peripecias y persecuciones dinAlt decide acompañar a su hercúleo contratante en la búsqueda de un lugar donde establecerse. Cuando dinAlt llega a Pyrrus encuentra un planeta habitado por enormes y musculosos humanos cuya anatomía ha sido forjada gracias a la elevada gravedad del planeta. Un planeta poblado por una fauna de pesadilla que persigue de manera implacable a todos los humanos. Se iniciarán aquí una serie de sucesos que llevarán a dinAlt a descubrir los diversos misterios que envuelven la existencia de los pyrranos. Todo ello aderezado con una buena dosis de aventuras que tiene como resultado final una novela tan entretenida como intrascendente y previsible.
La segunda entrega de las aventuras de dinAlt, lo llevará a un planeta no menos extraño que Pyrrus, aunque esta vez no por voluntad propia, sino como consecuencia de un accidente cuando es trasladado para ser juzgado en uno de los muchos planetas donde dejó enemigos gracias a sus habilidades con el juego. El mundo donde se estrella la nave que lo traslada es un páramo desolado en el que malviven los descendientes de antiguos colonos humano que han perdido todo rastro de civilización tras algún desastre del que no se dan detalles. Los pocos supervivientes que quedan se concentran en pequeños grupos nómadas dedicados a la recolección de los pocos alimentos que encuentran. Su modo de vida esta basado en la esclavitud y en el servilismo al más fuerte. La exploración del planeta por parte de dinAlt será al mismo tiempo una crónica de su propio ascenso social entre los pequeños clanes tribales que conservan parte de los conocimientos del pasado. Cada clan se dedica a una especialidad relacionada con la ciencia sin que tengan nociones de otras ramas del conocimiento. Así encontramos un grupo que sabe como refinar petróleo, otro que conoce el secreto de la fabricación de los motores de explosión, otros de la electricidad, otros de la química rudimentario, etc. La intención de dinAlt es provocar una guerra entre los clanes para que el vencedor tenga todos los conocimientos y pueda iniciar una Revolución Industrial que impulse la depauperada sociedad del planeta. Un argumento aderezado con buenas dosis de aventura, combates y algo de humor negro que lo convierten en un buen divertimento sin más pretensiones.
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