lunes, abril 21, 2008

EL MAR DE MADERA: Jonathan Carroll

El mar de madera es un claro ejemplo de realismo fantástico. El género, o mejor dicho subgénero del que renegó un grande de la literatura como fue Borges, y que en la actualidad se cultiva como objeto de consumo masivo, alejado de la intención intelectual que bebía de las fuentes expresionistas y surrealistas que generaron las vanguardias artísticas de principios del siglo XX. El realismo mágico, un tipo de fantasía en el que los acontecimientos más extraños se narran de forma llana y realista, es realmente efectiva para el lector cuando este pierde la referencia entre lo real y lo irreal, entre lo factible y lo imposible, de esta manera, se crean personajes y entornos que sorprenden al lector.

A pesar de tratarse de una obra literaria, El mar de madera presenta un lenguaje más visual que narrativo; herencia, sin duda de series de culto como la reciente “Perdidos” o “Twin Peacks” que nos martilleó un tiempo con la pregunta aquella: ¿Quién mató a Laura Palmer? y que Carroll sustituye en esta novela por una duda más filosófica: ¿Cómo remar en un mar de madera? Un surrealismo que sólo funciona mientras nos hacemos preguntas sobre lo que está pasando y especulamos con todo tipo de juegos mentales para encajar en una lógica razonada los nuevos acontecimientos que aparecen ante nuestros ojos. El problema de entrar en este juego es que se derrumba la magia ante cualquier respuesta que, por ingeniosa que pueda ser, nunca llegará a satisfacer las expectativas del lector, por lo que la pericia del escritor/guionista que se adentre por los peligrosos vericuetos de tensionar en demasía las expectativas del receptor de su trabajo debe ser mucha para que toda la expectación que ha generado no se vuelva en su contra. En este aspecto Jonathan Carroll se muestra consciente de que los hechos irreales no tienen justificación alguna. No existe una certeza sobre lo que está ocurriendo, por lo tanto el lector no necesita explicaciones y estas no son incluidas en el relato, ya que la ambigüedad subsiste hasta el fin de la aventura siendo éste un gran acierto por parte del autor.

El relato en sí, presenta a Frannie McCabe, exdelincuente juvenil y en la actualidad sheriff de una idílica población estadounidense, que en estos momentos disfruta de una plácida existencia junto a su segunda esposa y la hija adolescente de ésta. Hasta aquí nada fuera de lo normal, pero la aparición de un extraño perro con tres patas que después de muerto y enterrado vuelve a la vida es el punto de partida de una serie de extraños sucesos que escapan a la razón y que sumirán al sheriff McCabe en una sucesión de episodios que lo transportan por un mundo onírico a épocas pasadas y a un futuro cercano; es aquí donde brilla el talento de Jonathan Carroll manejando con soltura una temática que en otras manos se convertiría en un galimatías él la transforma en una historia inteligente y bien enlazada. por supuesto, no se puede dejar sin mención la genial y dickensiana aparición de los Frannie McCabe pasados y futuros, sin duda el punto fuerte de la novela, con momentos de gran tensión emocional que dejan en un segundo plano anécdotas como la pluma multicolor, el perro con tres patas, los alienígenas o el concierto de los Beatles en un parking.

En resumen, una estupenda novela que me descubre un escritor a seguir como es Jonathan Carroll. No dejaré pasar mucho tiempo sin volver a sumergirme en una de sus historias. Vale la pena.
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