martes, abril 10, 2012

ALEXEI PANSHIN - Rito de Iniciación

Gracias a la acertadísima reedició que Alamut ha hecho de Rite of Passage (1968), la olvidada novela del no menos olvidado Alexei Panshin, me decidí a desempolvar un viejo ejemplar de Rito de iniciación  (Rito de paso en la edición de Alamut) editado por Dronte en su colección Antares en 1974,  que seguramente adquirí en alguno de los muchos saldos que ha vivido el género de la ciencia ficción. Y lo que son las cosas, al final Rito de iniciación ha sido una de las lecturas más gratificantes del año; una novela publicitada como una intrascendente aventura de adolescentes destinada a ser un divertimento pasajero ha resultado ser una lectura bastante más compleja que esa aproximación a las novelas juveniles del maestro Heinlein, abordando temas de más calado que las simples peripecias afectivas y existenciales de una joven en pleno proceso de madurez.


En efecto, una vez más debemos hablar del maestro Heinlein como inexcusable referente para abordar una lectura que supera la media; en este caso, además del parecido en cuanto a la estructura de la novela de Panshin con la producción juvenil de Heinlein, de las que recibe un buen número de influencias y paralelismos, como por ejemplo con Hija de Marte (Podkayne of Mars, 1963) por la actitud vital e inconformista de su inolvidable protagonista, o con Consigue un traje espacial: viajarás (1958) en cuanto al genocidio de una raza como acto “preventivo” para evitar una posible amenaza, o con Rebelión en el espacio (Red Planet, 1949) por la transición que hacen los personajes  hacia la madurez y la ciudadanía, entendida esta última como una condición social que se debe ganar por méritos y no como un derecho adscrito al nacimiento; ninguno de estos paralelismo es casual, ya que Panshin nunca ha negado la decisiva influencia recibida por la obra de Heinlein, ni se nos puede escapar el conocimiento que tenía de la misma a tenor del ensayo que publicó en 1968 con el título de Heinlein in Dimension: a critical analysis. Rite of passage, no está precisamente huérfana de reconocimientos, por lo menos en cuanto a premios literarios se refieres: fue la novela ganadora del premio Nebula en 1968 y finalista del Hugo en 1969, año en el que el ganador fue John Brunner con su novela Todos sobre Zanzibar.

Rito de iniciación va más allá de un sentido homenaje la producción juvenil de Heinlein.  La novela de Panshin, sin renunciar a una buena dosis de entretenimiento y aventuras, está mucho más lograda en cuanto a la profundidad de los personajes y a la riqueza argumental y temática, funcionando también como una amalgama de ideas en su planteamiento que nos catapulta rápidamente hacia algunos de los más conocidos títulos de referencia en la literatura de ciencia ficción; de esta manera, Panshin,  introduce en la historia elementos distópicos fundamentados en las prácticas de eugenesia y de control de natalidad para evitar la sobrepoblación y mantener la sostenibilidad de recursos, lo que nos trae a la memoria nada menos que Un mundo feliz (1932) de Aldous Huxley; otro de los tópicos sobre los que Panshin aporta su peculiar visión es el de las naves generacionales y la degeneración que se produce en las sociedades estancadas y cerradas sobre sí mismas que se dan en este tipo de situaciones, remitiéndonos, por ejemplo, a la excelente La nave estelar (1958) de Brian W. Aldiss; aunque el tema que vertebra todos los demás es el de la iniciación a la vida adulta y los múltiples ritos que crean las sociedades para simbolizar el paso de una etapa de aprendizaje a la de plena madurez. 

 La novela está narrada en primera persona por Mia Havero, una joven adolescente sumida en las tribulaciones que le produce afrontar  la inminente prueba de madurez que marca el paso a la vida adulta entre los habitantes de la nave. Mia -hija del Presidente del Consejo- había nacido en  una de las grandes naves que habían escapado de la destrucción de la Tierra debido a las luchas internas un siglo atrás. No conece otro paisaje que el de los corredores y salas asepticas y herméticas que la han protegido y encerrado desde el momento de su nacimiento en una de las enormes naves espaciales sobrevivientes del conflicto que acabó con la vida en la Tierra,  ni tiene más amigos que el reducido grupo de niños con el que ha crecido. La misión original de la nave en la que viaja Mia era transportar a los escasos supervivientes del autogenocidio de la raza humana a nuevos mundos habitables para colonizarlos y preservar en ellos la vida humana. Pero en el trayecto hacia la "tierra prometida", sucedió algo que provocó una división social entre los tripulantes y élites científicas con el resto de supervivientes, colonos agrícolas en su mayoría. Los colonos son desembarcados en los mundos de destino, pero sin que las élites intelectuales les entregaran elementos técnicos ni los conocimientos necesarios para construirlos y comenzar la colonización con las máximas garantías para asegurarse el éxito. Los tripulantes y científicos de las naves habían decidido no desembarcar y continuar su existencia a bordo, pretextando que sus conocimientos se degenerarían hasta perderse por completo si se unian a los colonos en los nuevos mundos. De esta manera, la sociedad se dividió en dos grupos que siguieron caminos diferentes, aunque se necesitaran comercialmente, dependiendo la existencia de ambos del intercambio de materias primas producidas por los colonos a cambio de conocimientos técnicos que ayuden a desarrollar las atrasadas colonias.

A través de los ojos de Mia, poco a poco, vamos conociendo la organización de los habitantes de la nave, de lo que popdemos percibir el proceso de degeneraciónen el que están inmersos, tanto desde el punto de vista ético y moral como culturalmente, ya que nadie ha aportado nada nuevo a su elitista sociedad, ya sean libros, obras de arte o  mejoras técnicas a los conocimientos que traían de la Tierra. Con el deambular de Mía por la nave, comprendemos que el número de los habitantes de la misma ha decrecido de manera alarmante, teniendo que dejar deshabitada y sin mantenimiento todas las estancias de un nivel; el proceso de retroceso demográfico se debe a dos factores: la severa política de control de natalidad que se mantiene en la nave y el cada vez mayor número de bajas que se produce en el rito de iniciación que deben pasar los jóvenes. El control de natalidad se puso en práctica tiempo atrás con el fin de evitar los problemas que supondría la sobrepoblación, instaurándose para este fin un restrictivo control de natalidad bajo control del Consejo de la nave, quienes eran los encargados de aprobar el nacimiento de cada niño, castigando con el destierro a uno de los planetas con colonos a quien infrinja esta regla, lo que suponía, en la mayoría de ocasiones la segura muerte de progenitores y niños; el otro método de control de la población era el obligatorio rito de paso que debían de cumplir todos los jóvenes de la nave una vez llegados a los 14 años, una prueba que no todos lograban superar, siendo la tasa de mortalidad cada vez más elevada entre los jóvenes que realizaban la prueba, una circunstancia cruel aunque necesaria para eliminar a los menos aptos y asegurarse de que los supervivientes tienen la habilidad necesaria para contribuir a la prosperidad del grupo.

La prueba a la que debe enfrentarse la jovencísima Mia Havero consiste en sobrevivir durante 30 días, sin ayuda externa, en uno de los muchos planetas habitados por colonos que la nave visita regularmente para comerciar y aprovisionarse. Conocemos a Mia cuando acaba de dejar los dormitorios comunes, que comparte con el resto de niños de su misma edad, para ir a vivir con su padre en un sector con habitáculos más grandes. El cambio en su entorno afecta emocionalmente a Mia que pierde su espacio de seguridad, viéndose obligada a cambiar su círculo de amistades en un momento crucial de su vida: cuando comienza a prepararse para la prueba que la debe de conducir a la vida adulta. Su nueva existencia la lleva a verse asociada a un chico de su edad, Jimmy, con el que comparte tutor, José Mbele, que curiosamente es el rival político del padre de Mia en la nave, un personaje típicamente "heinliano" que se repite en muchas de sus novelas: el hombre de edad madura que encarna la sabiduría y responsabilidad ante los acontecimientos adversos (aparece como el Hombre Viejo en Amos de títeres, Tom Fruies, el tío de Podkayne en Hija de Marte o Jubal Harshaw en Forastero en Tierra extraña).  La especialidad del tutor es la ética, y sobre las bases de esta disciplina filosófica se plantearan los principales acontecimientos de la novela que desembocan en el exterminio de todo un planeta.

Pese a que en un principio las acusadas personalidades de Mia y Jimmy chocan, su rivalidad inicial se convierte en amistad y con el tiempo en un amor programado por los especialistas genéticos de la nave. Tanto dentro como fuera de la clase de supervivencia, a veces con Jimmy y, a veces con otros niños, Mia tiene una serie de aventuras que construyen su autoconfianza, amplían su mundo, y la prepara para superar la dura prueba. Su conciencia moral también crece durante este periodo, tanto a través del estudio formal de la teoría ética, como con la reflexión sobre los nuevos caminos en los que se adentra. El periodo de adiestramiento físico al que son sometidos Mia y sus compañeros para garantizar el éxito de su misión, es similar a la que los antiguos espartanos hacían con sus guerreros, la agogé, un proceso iniciático que no es más que un método encubierto de eugenesia destinado a seleccionar a los más aptos y fortalecer el grupo, eliminando al mismo tiempo a aquellos que supondrían una carga o un empobrecimiento genético para la sociedad; en este sentido, el del paralelismo entre la sociedad espartana y la sociedad que se ha creado en la nave, los colonos que son sistemáticamente explotados juegan el papel que en la antigüedad correspondían a los ilotas, descendientes de las comunidades agrícolas sometidas por la fuerza cuyo estatus era el de siervos espartanos adscritos a la tierra con la finalidad de explotarla para sus amos, al igual que los colonos que describe Panshin trabajan para satisfacer las necesidades de los habitantes de la nave.

El momento de la prueba de los jóvenes es la más movida de la novela, una agradable concesión que hace Panshin al género de aventuras, con persecuciones, intrigas, tiroteos, etc. El resultado de la misión es catastrófico para Mia y sus compañeros, la mayoría muere a manos de los habitantes de Tintera, el planeta elegido para el rito de paso a la vida adulta. Tras el rescate de los supervivientes, la Asamblea de la Nave plantea la total destrucción del planeta y de sus habitantes por el crimen cometido. Esta parte final, pese a que no desentona con el resto de la novela, no termina de cerrar de manera convincente muchas de las cuestiones que el lector se plantea a lo largo de la narración.

En global, Rito de iniciación es una más que aceptable lectura, con elementos que la hacen trascender más allá de ser considerada una novela de aventuras para jóvenes, al estilo de las escritas por Heinlein, y que mueven a la reflexión sobre algunos de los temas recurrentes y típicos dentro del género de la ciencia ficción. Una obra muy recomendable, que se puede entender casi como un estreno editorial por el tiempo trascurrido desde su primera edición por la editorial Dronte en 1974, y la escasa repercusión que la obra ha tenido después, lamentablemente.
 

martes, abril 03, 2012

ROBERT A. HEINLEIN - El granjero de las estrellas

El granjero de las estrellas (1953), galardonada con el Retro Hugo 2001, es otra de las novelas juveniles escritas por Heinlein para la editorial estadounidense Scribner entre 1947 y 1958. Se trata de la sexta entrega de un total de doce historias protagonizadas por adolescentes, que tenían la finalidad de acercar la ciencia y la carrera por la conquista del espacio a las jóvenes generaciones de americanos nacidos en un momento histórico de plena confrontación con el bloque soviético. Pese a que el paso del tiempo ha mermado en parte la fuerza y la emoción que, con toda seguridad, trasmitía a sus imberbes destinatarios, todavía se puede percibir en cada nueva relectura cómo la maestría narrativa del maestro Heinlein sigue atrapando al lector desde las primeras páginas, algo difícil de encontrar en otras creaciones literarias de su misma época.

 En esta ocasión, Heinlein introduce a los Boy Scouts of America (BSA) en su serie de novelas, una popularísima organización juvenil que cuenta con millones de miembros en los Estados Unidos, el objetivo de la cual es la formación de los jóvenes en los valores de la ciudadanía y la responsabilidad, desarrollando su carácter y autosuficiencia al mismo tiempo que se integran con la naturaleza mediante diversas actividades de superación personal y convivencia con otros jóvenes de su edad. La afinidad de Heinlein con los Boy Scout, más allá de las ideas y valores de individualismo y ciudadanía antes comentados, comenzó cuando éste regreso de la Segunda Guerra Mundial y, ante el deseo de diversificar y ampliar su campo de actuación literario, colaboró con Boy's Life, la revista oficial de los Boy Scouts en Estados Unidos. De esta colaboración surgieron algunos relatos que tenían como protagonista principal a un joven boy scout, situando la acción en un escenario típico de la ciencia ficción, como por ejemplo la Luna o un recóndito lugar del Sistema Solar alejado del planeta Tierra, como por ejemplo en sus primeras obras Nunca pasa nada en la Luna (1949) o en Tenderfoot en el espacio (1958); aunque la más célebre simbiosis entre el género de la ciencia ficción y las aventuras de un joven boy scout se dio en la novela que nos ocupa, El granjero de las estrellas, o Farmer in the skay en su título original, publicada por primera vez por entregas en Boy's Life con el título de Satellite Scout entre agosto y noviembre de 1950.

Con su proverbial eficacia narrativa, Heinlein ambienta esta historia de superación personal en un contexto maltusiano de crisis alimentaria causada por la sobrepoblación que padece la Tierra. Empujados por la falta de perspectivas que ofrece la masificada sociedad terrestre, sostenida a duras penas por una estricta racionalización de los alimentos, el joven boy scout Bill Lermer junto a su padre,  Molly, la nueva esposa de éste y Peggy, la hija  fruto de un primer matrimonio de la madrasta del joven Bill, deciden embarcar en la  Mayflower con el fin de emigrar a la nueva colonia agrícola situada en Ganímedes, una de las lunas de Júpiter, en busca de un futuro mejor. Durante el largo y tedioso viaje, Bill traba amistad con otros chicos de su misms edad, algunos de ellos también adscritos al movimiento de Boys Scouts, decidiendo entre todos la formación de una división Ganímedes a su llegada a la colonia agrícola. Es en esta parte de la novela, la referida al viaje hacia la colonia, es cuando mejor se aprecia la intención de las novelas juveniles de Heinlein, dedicadas fundamentalmente a la divulgación científica entre los lectores más jóvenes (y la de los no tan jóvenes), y promover la carrera por las estrellas, un objetivo en el que los Estados Unidos tenían fijados buena parte de sus intereses económicos; de aquí el doble valor de estos escritos: la de captar vocaciones científicas y, por supuesto, la literaria.

A pesar de los muchos detractores de las mismas, las novelas juveniles de Heinlein,  por modestas que puedan parecer, rebosan de saber narrativo, de sólidos y bien aplicados conocimientos científicos y, como no podía ser de otro modo, de los valores éticos y morales que Heinlein asociaba con el pueblo norteamericano: valor, sacrificio, tenacidad y lealtad entre otros. Unos valores con los que se identificaban las nuevas generaciones de lectores adolescentes al encontrarlos en los personajes que protagonizaban las novelas de Heinlein, como por ejemplo el jóven Bill Lerner, de cuyo proceso de superación individual y de madurez somos privilegiados espectadores (lectores en este caso). Un proceso que resulta doloroso en la mayoría de momentos debido a los muchos obstáculos, en forma de pérdidas materiales y personales, que la vida le va colocando en su camino, pero que con la férrea determinación de los héroes típicos de Heinlein consigue superar hasta llegar a integrarse plenamente en la dura y hostil colonia agrícola de Ganímedes. Y es que nada parecía ser como le habían prometido a la familia del joven Bill:  la colonia no podía absorber a tantos colonos y las fincas que les habían prometido para ser cultivadas no existían, ni tan sólo el grupo de boy scout que formaron durante el viaje a Ganímedes tiene razón de ser, ya que en la colonia ya existía una División Ganímedes de jóvenes scout formado por los hijos de los pioneros que fundaron la colonia, a los que tendrán que integrarse como simples novatos.

La dificultad para sacar provecho de las áridas tierras de la colonia agrícola provoca el rechazo frontal de la mayoría de colonos más antiguos, que ven a los recién llegados como rivales y como una pesada carga que alimentar hasta que estos sean autosuficientes; a todas estas dificultades que tenían que capear los recién llegados, se unía el duro trabajo de construir un hogar en los yermos páramos de Ganímedes y de preparar el suelo para que pudiera ser cultivado, esto último mediante la pulverización de rocas provenientes de los flujos de lava con la que se obtenía un polvo orgánico ideal para plantar todo tipo de vegetales. Y todo este trabajo lo tenían que llevar a cabo sin maquinaria pesada, muy escasa en toda la colonia. De esta manera, Heinlein, con la escusa de escribir una novela de aventuras, realiza un estudio magníficamente detallado de los problemas tecnológicos y humanos que plantea la colonización interplanetaria, incluida la condición humana, que es la encargada de poner todo tipo de trabas en las relaciones entre las distintas familias de colonos y entre los propios miembros de las familias.

Ante tantas dificultades, muchos de los recién llegados optan por volverse a la Tierra en la misma nave que los ha traído, pero Bill y su familia se quedan. Aprenden todo lo que deben saber para sobrevivir y conseguir que la tierra sea productiva gracias a la ayuda de sus vecinos, unos prósperos granjeros que los acogen y alimentan mientras preparan sus tierras. Con el tiempo la familia de Bill consigue crear su propio hogar y hacer productivas las tierras que les habían sido asignadas, por desgracia, la mala fortuna se sigue cebando en ellos, esta vez en forma de un devastador terremoto producido por una rara alineación de las lujas de Júpiter. El fenómeo astronómico provoca la total destrucción de la colonia, ocasionando la muerte de buena parte de sus habitantes al quedar inutilizados los sistemas de soporte vital que generaban calor y energía a los colonos. El valor y la determinación de la familia de Bill se pondrán a prueba con la muerte de uno de sus miembros, la joven Peggy, pero será en estos duros momentos cuando salga a relucir todo su espíritu pionero, quedándose para reconstruir la destruida colonia agrícola.

La parte final de la novela, ya con la colonia en vías de recuperación, se centra en una expedición que realizan los jóvenes boy Scout por Ganímedes. Fruto de esta exploración encuentran una cueva con extraños artefactos de origen extraterrestre, entre ellos un vehículo con forma de ciempiés que, tras averiguar su funcionamiento, utilizan para rescatar a un compañero accidentado. Esta breve, aunque emocionante parte final, está poco desarrollada. Las evidencias de una civilización extraterrestre muy avanzada en Ganímedes, cuyos orígenes, según la datación de los objetos encontrados, se remontan a milenios antes de la llegada de los primeros colonos terrestres, no es aprovechada por Heinlein para introducir un elemento que enriquezca la trama.

Poco más puedo decir sobre El granjero de las estrellas, en lo relativo a su génesis y argumento; por lo que respecta a la edición que de esta novela ha realizado La Factoria de Ideas, os remito a la entrada que sobre la misma apareció hace un tiempo en Aburreovejas, en la que se detalla la cicatera política recaudatoria que viene efectuando esta editorial; en esta ocasión, el malestar que puede trasmitir a un futuro lector la adquisición de la novela de Heinlein es la relación precio final de la novela-número palabras. Con la mitad de páginas se podría haber editado perfectamente, pero no podrían haber cobrado los 20€ largos con los que penalizan a quien desee acercarse a este clásico de la ciencia ficción.

domingo, octubre 30, 2011

H. BEAM PIPER - Encuentro en Zarathustra

Hace unos meses, en una de las frecuentes incursiones que suelo hacer por Amazon para estar al día de las novedades que se publican, me encontré con la reciente edición de Fuzzy Nation, en ese momento la última novela escrita por John Scalzi. La obra resultó ser la reescritura de Little Fuzzy (1962), el olvidado clásico de H. Beam Piper, uno de los artesanos de culto de la Edad de Oro de la ciencia ficción que sigue siendo un total desconocido en nuestros lares. De Piper tan sólo se  han traducido y publicado  en nuestro país un par de obras: Vikingo espacial (1966) en la colección Galaxia de la editorial Vértice, y una edición tardía de la propia Little Fuzzy en la colección Libro Amigo de la Editorial Bruguera con el poco afortunado título de Encuentro en Zarthustra (1976); el éxito de esta última  novela le valió  Piper la nominación para los premios Hugo de 1963 y, lo que es más importante,  la petición por parte de sus lectores de una continuación de las aventuras de los pequeños Fuzzy, solicitud que fue atendida poco después con la aparición de Fuzzy Sapiens (1964), novela en la que se profundiza más en la sociedad de estas pequeñas criaturas a las que muchos han comparado con los ewoks, aquellos simpáticos peluches surgidos de la factoria George Lucas, aunque personalmente les encuentro más parecido con los crichis, los humanoides creados por Ursula K. Leguin para su novela  El nombre del mundo es bosque (1972). Además de los dos títulos anteriormente mencionados, existe una tercera obra que continúa la saga, Bones Fuzzy (1982), escrita por Willian Tuning a modo de secuela póstuma tras la muerte de Piper, acabando de esta manera Tuning con el proyecto inicial del propio Beam Piper para una tercera entrega que no llegó a concluir y que habría llevado por título Fuzzies and other people.


Así pues, y teniendo en cuenta la firme apuesta que Minotaruo ha hecho por Scalzi, del que ha publicado la mayor parte de sus escritos a escepción de un par de novelas cortas, parece probable que en unos meses nos encontremos con Nación Fuzzy en la estantería de novedades de nuestras librerías.  Intrigado por la extraña maniobra literaria de Scalzi (habría sido más normal escribir una continuación de la novela de Piper en lugar de rescribirla), me puse manos a la obra para leer el "original". No tuve que esperar mucho para saciar mi curiosidad, ya que un par de minutos después, tras una breve busca en Internet, ya tenía descargada la novela de Piper en mi viejo Papyre, lista para ser leída (cómo molan los e-readers).

La verdad es que a los ojos de un lector del siglo XXI Encuentro en Zarathustra no es nada del otro mundo;  la estructura y características de sus personajes tienen más puntos en común con un western que con una historia de ciencia ficción al uso, resultando en algunos momentos tierna ante la ingenuidad con la que Piper imagina un futuro con naves capaces de recorrer la galaxia y coches que vuelan gracias a modernos sistemas antigravedad, aunque las cámaras con las que gravan a los pequeños Fuzzy funcionan con películas que deben revelar para poder ver lo grabado, vamos las super 8 de toda la vida. El escenario en el que Piper desarrolla la historia es el planeta Zarathustra, uno de los muchos mundos fronterizos que florecen en un momento de expansión y colonización terrestre por la galaxia; el contrato de explotación del planeta es propiedad de la Compañía Zarathustra, empresa que ha realizado un fuerte desembolso instalando los servicios básicos para la recepción de los colonos y que espera recuperarlo con creces gracias a los importantes recursos naturales del planeta.

Además de los empleados de la Compañía y los funcionarios del gobierno terrestre, en el planeta también viven colonos independientes como Jack Holloway, un veterano buscador de "piedras del sol", nombre con el que se conocen unos fósiles de medusas con una extraña peculiaridad luminosa que las hacen muy valiosas. El tiempo pasaba sin sobresaltos en la solitaria y bucólica vida de Jack hasta que un buen día, al regresar a su cabaña después de una afortunada jornada en la que había encontrado unos buenos ejemplares de "piedras del sol", encuentra un pequeño ser recubierto de un pelo brillante y sedoso con apariencia de muñeco de peluche; el pequeño ser no parece temer al montaraz buscador de gemas, incluso acepta de buen grado la comida que éste le ofrece. Jack adopta a su pequeño visitante, bautizándolo con el nombre de Peludo (Fuzzy en la versión original), y no tarda en darse cuenta de que la criatura es mucho más inteligente que cualquier animal doméstico que haya visto con anterioridad, lo que le hace plantearse la posibilidad de que los Peludos sean seres sapientes y no animales con un alto grado de inteligencia; por esta razón,  Jack se pone en contacto con su amigo, el xenobiólogo Ben Rainsford, para que este lo determine mediante la realización de una batería de pruebas científicas. Sí se llegase a demostrar la categoría de sapientes de los pequeños Peludos, la catalogación del planeta cambiaría radicalmente dejando sin efecto los derechos de los terrestres sobre el mismo.

La noticia de la aparición de una posible especie sapiente en el planeta llega a oidos de Victor Grego, máximo responsable de la Compañía Zarathustra que ve posible la pérdida de los derechos de explotación del planeta si se confirma la noticia; para evitar las pérdidas económicas que eso supondría, la cúpula de la Compañía intentará por todos los medios posibles conservar la concesión sobre los recursos del planeta y evitar que la Federación terrestre lo considere zona aborigen protegida; para conseguirlo no dudarán en recurrir a la acción legal mediante los abogados de la empresa que intentarán demostrar en los tribunales que los Fuzzys no son una especie inteligente, y a prácticas ilegales como la coacción, el asesinato o promover el genocidio al comprar las pieles de los Fuzzy por un precio muy elevado.

La parte final de la novela se convierte en una historia de tribunales y abogados en la que se debatirá sobre la línea que separa a un animal inteligente de un ser sapiente que debe ser considerado a todos los efectos como una persona con todos sus derechos civiles. Esta es la parte mejor elaborada por Piper, ya que inteligentemente ha sabido mantener a los Fuzzys justo en la línea que separa ambos estatus, el de animal  inteligente y el de ser sapiente. El final de la novela, que no contaremos, es un tanto forzado y, en cierta medida, tramposo, pero no resta méritos al conjunto total de la narración que se puede definir como un híbrido entre el western, una historia de abogados y un relato de primer contacto, leyéndose el resultado final con bastante agrado, aunque el resultado final hubiera mejorado mucho si se hubiera incluido en la novela el punto de vista de los pequeños Peludos mediante alguna técnica narrativa, como el monólogo interior, en cada uno de los episodios de interacción de estos con los humanos.

Leído el "original" son más comprensibles las razones que llevan a Scalzi,  una vez que se ha ganado un nombre dentro del mundillo literario "cienciaficcionero" con obras como La vieja guardia (2005), a darse el capricho de ejercer de fan y dedicarse a reescribir una de las obras que marcaron su infancia y adolescencia. En este caso, con Fuzzy Nation, hace un sentido homenaje a H. Beam Piper actualizando la que para muchos encallecidos aficionados norteamericanos a la ciencia ficción es una obra de culto, eso sí, por las críticas que he podido leer sobre su novela, no parece caer en la pretensión de mejorar la obra original, sino que tan sólo busca poner al día el relato original para que llegue con más fuerza a las jóvenes generaciones de lectores que desconocen la obra de uno de sus autores favoritos.

P. D. Acabo de ver en la web Cyberdark que Fuzzy Nation será publicado por Minotauro a principios del 2012 con el título de El visitante inesperado. Y, hablando del ataque fandomita que padece Scalzi, parece que se agraba con su última creación literaria que lleva por nombre Redshirts: A Novel With Three Codas (2012); una novela que, según la sinopsis publicada, es un homenaje a los "camisas rojas", esos personajes que  todos recordamos como víctimas propiciatorias en la serie de culto Star Trek.

domingo, octubre 23, 2011

JACK VANCE - El planeta gigante


 A Jack Vance le debo eterna gratitud por las innumerables horas de apasionante lectura que me proporciono durante mi etapa adolescente. Acostumbraba a pasar las largas tardes estivales pegado a las páginas de Los Príncipes demonio, El planeta de la aventura o La saga de Cugel, absorto ante los mundos repletos de magia y misterio que surgían de la fértil imaginación de Vance; quizá sea ésta su gran virtud: la capacidad de crear lugares fascinantes para sus lectores gracias a la habilidad con la que describe los pequeños detalles que forman parte del mundo que presenta .

El planeta gigante (1952), publicado originalmente por entregas en Startling Stories  para pasar a ser editado como libro en 1957, es el primero de una duología que se completa con Showboat World (1975). En su momento, la novela era un compendio de todas las virtudes que Vance atesoraba y que ponía al servicio del lector mediante la utilización de la fantasía en lugar de ciencia y la aventura como motor principal de la narración; un mecanismo que ya había explorado con excelentes resultados en La tierra moribunda (1950), a la que imita en cuanto a planteamiento y estilo, aunque con un menor desarrollo del argumento y los personajes, como si El planeta gigante fuera una versión "deshidratada" de un proyecto mayor que vería la luz cuando hubiera provado todas las posibilidades que reunía como escenario en el que desplegar todo el potencial imaginativo que era capaz de desarrollar. La perspectiva de un mundo varias veces mayor que la Tierra, colonizado 500 años antes por todo tipo de inadaptados en busca de un lugar en el que establecerse al margen de la ley y de convencionalismos sociales, era tremendamente atrayente para Vance; el resultado final de la idea fue un mundo en el que cada pocos kilómetros un viajero se podía encontrar con las más extrañas comunidades, cuyo único punto en común era su atraso tecnológico respecto a la terrestre. En este inmenso escenario, Vance pone en marcha su vocación de antropólogo de lo imposible para inventar todo tipo de sociedades que describe con minucioso detalle, incidiendo especialmente en la relación de éstas con la ecología, la economía, la organización política, la tecnología o la gastronomía, un elemento recurrente en sus narraciones que utiliza para describir al lector festines pantagruélicos a base de los más refinados manjares.  En realidad, son estas culturas y paisajes los verdaderos protagonistas de las narraciones de Vance, permaneciendo en la mente del lector mucho tiempo después de haber leído sus obras.

Para no desmerecer a  El planeta gigante, debemos de colocarnos en el contexto temporal en el que fue escrito y tener en cuenta la importancia que tuvo en su día, constituyéndose como un referente en lo que en el mundillo de la ciencia ficción norteamericana se llamó Planetary Romance, consistente en una narración de aventuras que tenía como escenario un imaginario planeta extraterrestre. El precedente aún fresco en la memoria de La tierra moribunda arrastró a numerosos lectores hasta la nueva novela de Vance en busca de renovadas maravillas que saciaran su sed de entretenimiento. Y sin duda que la saciaron de la mano del grupo de terrícolas que deben sobrevivir en el inmenso planeta en el que ha caído su nave tras sufrir un sabotaje perpetrado por agentes del Bajarnum de Beaujolais, tirano lanzado a la conquista del planeta que no ve con buenos ojos la ingerencia del gobierno terrestre en los asuntos del Planeta gigante. El argumento de la novela gira en torno de los pasajeros de la nave accidentada: un grupo de científicos y especialistas capitaneados por Claude Glystra con la misión de realizar un informe sobre la situación del planeta. Los supervivientes del aterrizaje forzoso, junto a Nancy, la hermosa joven que los ha auxiliado, emprender un largo periplo que los llevará a través de 40.000 kilómetros de un territorio habitado por todo tipo de sociedades, muchas de ellas hostiles, hasta el lugar que hace las veces de embajada terrestre en el planeta. Ante la ausencia de modernos medios de locomoción debido a la falta de metales o hidrocarburos, el viaje lo deben realizar a pie o bien utilizando como montura algunos de los distintos animales que ofrece la fauna nativa.

 Una vez asentadas las bases, el relato se va construyendo a  través de encadenar episodios que nos ponen al corriente de  las aventuras acometidas por el grupo de terrestres al contactar con los distintos pueblos que habitan el planeta; de esta manera, vamos descubriendo algunas de los más pintorescos grupos que colonizaron el planeta, y como han evolucionados sus descendientes de acuerdo a las premisas con las que fueron educados hasta convertirse en arborícolas que no pisan el suelo, tribus de gitanos nómadas, los salvajes y caníbales Rebbirs de las estepas, los opulentos habitantes de Kirstendale, los videntes de Myrtlesse, etc. A todo esto hay que añadir la implacable persecución que sufren por parte de los hombres del Bajarnum de Beaujolais, y a la existencia de un traidor entre el grupo terrestre, todo ello aderezado con la inteligente prosa descriptiva que transforma las palabras en imágenes de singular belleza, los ingeniosos diálogos o la  habitual ironía y sentido del humor del maestro Vance.

Sin tratarse de una de las mejores creaciones de Vance, la novela se puede leer todavía con agrado pese a los muchos defectos que detectamos hoy día en su planteamiento y desarrollo, no hay que olvidar que la novela tiene más de sesenta años y el peso de las corrientes literarias que aparecieron con posterioridad a la década de los 50 han condicionado nuestra manera de enjuiciarla. Si El planeta gigante se hubiera escrito recientemente le habríamos achacado que, pese a recrear perfectamente los escenarios, no termina de hacer creíble el mundo que quiere inventar, afectando por extensión a la credibilidad de los personajes que pululan por él y que deben servir para que el lector pueda relacionarse emocionalmente con el universo creado, pero todo esto es secundario una vez empezada la lectura. Y es que a Vance, al que nunca le interesó lo más mínimo crear una tecnología creíble en sus obras, lo que de verdad le interesaba era entretener al lector. Y en ese aspecto cumplía con creces.

miércoles, octubre 12, 2011

ROBERT A. HEINLEIN - Hija de Marte

Podkayne or Mars (1962), editada en castellano por Martínez Roca con el título de Hija de Marte, fue publicada originalmente por entregas en la revista de ciencia ficción If. Por las características, personajes y temática de esta novela debería incluirse entre las novelas juveniles, pero Heinlein nunca la consideró como tal, considerándola, junto a Tropas del espacio (1959), como una muestra de su firme intención para alejarse de la escritura de novelas para adolescentes, pese a las trabas que encontró por parte de los editores para conseguirlo. Y es que Heinlein, a lo largo de su carrera, tuvo que lidiar contra la oposición de sus editores, los cuales siempre encontraban  motivos para que no pudiera desarrollar su trabajo libremente, obligándolo en diversas ocasiones a introducir importantes cambios en sus obras, como por ejemplo en Amos de títeres (1951), novela que por lo explicito del sexo en la versión original sufrió un importante recorte en su extensión original; de igual manera, Rebelión en el espacio (1949), sufrió la mutilación de varios pasajes debido al uso que los niños hacen de las armas o, como ocurrió con Podkayne of Mars, cambiando el final por otro que supuestamente resultara del agrado de los lectores.

Hija de Marte, como era habitual en las novelas juveniles de Heinlein, está escrita en primera persona, teniendo como principales protagonistas a Podkayne Fries, adolescente de 15 años, y a Clark Fries, su hermano pequeño de 11 años, un joven con una gran inteligencia que manifiesta una enorme facilidad para meterse en  problemas de todo tipo, especialemente si estos implican poner en peligro su vida y la de su hermana. A lo largo de la novela, el único momento en el que Clark adquiere el papel de protagonista, relegando a Podkaynes a un segundo plano, es el epílogo. El trasvase final de protagonismo responde a los cambios que la editorial obligó a introducir a Heinlein, quien en primera instancia había planeado un final con la muerte heroica de Podkayne, inmolándose para salvar la vida de una pequeña "hada", en realidad un peculiar mono volador natural de Venus. Heinlein no aceptó de buen grado los cambios impuestos por la editorial, quejándose en una carta dirigida a su representante en la que decía que las pretensiones de la editorial eran similares a "querer cambiar el desenlace de Romeo y Julieta por otro con final feliz para contentar a los lectores". Como consecuencia de estos cambios, el final resulta del todo impostado, restándole fuerza al conjunto total de la obra; pero no adelantemos acontecimientos y vallamos al principio.

La novela en sí se puede considerar como una lejana continuación de  Rebelión en el espacio (Red Planet, 1949), novela en la que narraban los acontecimientos que llevaron a la sublevación de los colonos marcianos, oprimidos por el gobernador de la colonia. Muchos son los puntos de coincidencia entre las dos novelas de Heinlein, por ejemplo, la  antiquísima civilización marciana de la que habla Podkayne, con sus ciudades en ruinas y sus misteriosos marcianos, etc.,  tiene un gran parecido con la descrita en Rebelión en el espacio, con lo que esta novela podría ser perfectamente su continuación, situándose la acción unos 20 o 30 años después; otro punto en común, que parece definitivo a la hora de asegurar la relación entre ambas es la Academia Lowell, lugar en el que estudiaban los protagonistas de Red Planet cuando comienza la revolución y que es citada por Podkayne como un lugar en el que ella también ha pasado en algún momento de su vida. En este aspecto hay que recordar que las novelas de Heinlein suelen estar relacionadas entre sí, aunque tan sólo sea por la los "cameos" que algunos de sus personajes acostumbran a realizar en otras obras; sin ir más lejos, la propia Podkeyne aparece en El número de la bestia (1980).

En Hija de Marte, el autor, mediante unas breves y sutiles pinceladas, nos va poniendo al corriente de la sociedad resultante de la victoria en su particular guerra de la independencia contra el gobierno de la Tierra; la sociedad marciana se fundo en primer lugar con convictos, después acudieron colonos bien seleccionados, para después de la revolución dejar entrar libremente a cualquiera. Es una sociedad de economía liberal, aunque con cierto grado de planificación para no agotar los escasos recursos del suelo marciano; también se la pinta como puritana en cierto modo, no tienen bien vista a la sociedad venusiana, formada por portugueses o brasileños que no forman un gobierno al uso, sino que están "gobernados" por una Corporación empresarial.  

El resto del decorado en el que se representan los acontecimientos, nos los muestra Heinlein utilizando la visión que expresa Podkayne del mundo que la rodea mediante el monólogo interno, de esta manera nos enteramos que el padre de la joven perdió un brazo en los combates que tuvieron lugar durante la rebelión y de que su tío, considerado un héroe de guerra, es senador vitalicio en Marte por los méritos contraídos durante la guerra de independencia (la idea de conseguir un estatus de privilegio en la sociedad gracias a los méritos de guerra también aparece en Tropas del espacio); se nos pone al corriente de como se ha estructurado la sociedad marciana en base a priorizar el trabajo por encima de la familia, practicándose una natalidad contenida consistente en la criogenización de los recién nacidos hasta el momento en el que sus padres, ya jubilados o con menos tareas a las que atienden,  puedan hacerse cargo de ellos para su educación (educación que incluye el castigo físico a los niños como algo natural y aceptado). Podkayne también nos informa sobre una asociación interplanetaria compuesta por los legítimos gobiernos de Marte, la Tierra y Venus que actúa como entidad supra-estatal para evitar conflictos entre las parte y llegar a acuerdos de colaboración en materia de economía.

El argumento gira alrededor del viaje que Podkayne realiza junto a su hermano y su tío en dirección a Venus y a la Tierra a bordo de un moderno "crucero de recreo" interplanetario. En un principio, el viaje lo deberían de haber realizado los hermanos Fries junto a sus padres, pero el "descorche" de los tres bebés que los padres de Podkayne tenían guardados en estado de criogenización hace imposible que el viaje se realice. Podkayne, desolada por la pérdida del viaje en el que tenía depositadas tantas expectativas, acude buscando consuelo en su tío, el senador Tom Fries, hombre de gran importancia y relevancia en Marte; el tío de Podkayne es un personaje arquetípico dentro de la bibliografía de Heinlein, es el hombre maduro, gruñón y malcarado que encarna la sabiduría y la responsabilidad ante los acontecimientos adversos (aparece como el Hombre Viejo en Amos de títeres o Jubal Harshaw en Forastero en Tierra extraña).

El viaje que emprenderán será el inicio de una historia de intrigas políticas que persiguen la caída del actual gobierno de Marte y la ruptura de relaciones entre los gobiernos de los tres planetas. En el juego de espías que subyace a lo largo de la novela, Clark, el hermano de Podkayne, juega un papel estelar, encontrando en el despiadado mundo de engaños y traiciones que encuentra desde que emprende el viaje a la Tierra a bordo del crucero de lujo, su espacio natural, el lugar en el que mejor se desenvuelve; un mundo que guarda muchos paralelismos con el que el propio Heinlein creó para Thorby, el joven protagonista de Ciudadano de la Galaxia (1957).

Durante la travesía Podkayne hace nuevas amistades, como por ejemplo Girdie, una atractiva mujer, inteligente y con mucho mundo vivido que acaba de quedarse viuda.  La escala en Venus nos presenta un mundo similar a las actuales Vegas estadounidenses; un paraíso para el capitalismo más desenfrenado. Un mundo que no depende de un gobierno, sino de un consejo de administración al ser propiedad de una compañía privada, con lo que resulta una sociedad de clases que se divide entre accionistas, que tiene la vida resuelta y viven dedicados al ocio, y trabajadores, que dedican su vida a ganar el suficiente dinero como para comprar una acción de la compañía y vivir el resto de su vida como accionistas.

La acción en la parte final de la novela se vuelve un tanto desenfrenada y confusa cuando el tío de Tom le revela a Podkayne, cuando Clark es secuestrado por "nacionalistas" marcianos, que viajaba con ellos dos como tapadera para una importante misión de la que dependía la estabilidad entre Venus, la Tierra y Marte. Podkayne, en un intento poco afortunado para rescatar a su hermano también es apresada. A partir de aquí Clark toma el mando de la narración, cortándose la acción de una manera un tanto abrupta. El final no es muy lucido ni lúcido, como consecuencia de la polémica que autor y editor sostuvieron sobre el mismo. Pero, a pesar de todo, Hija de Marte es una de las obras que más influencia han tenido en otros autores posteriores a Heinlein. Por ejemplo, no hace mucho, Joe Haldeman ha publicado Rumbo a Marte (Marsbound), en cuyas páginas nos parece ver reencarnada en la joven Carmen Dula a la mismísima Podkayne Freis; y sin ir más lejos, esta misma semana se ha puesto a la venta Rito de paso de Alexei Panshin, novela ganadora del premio Nebula en 1969 y que estaba tristemente olvidada desde una edición que en 1974 se hizo de la misma con el título de Rito de iniciación por parte de Ediciones Dronte. Según el texto con el que Alamut publicita su novela:
"Sigue el modelo de las novelas juveniles de Robert A. Heinlein, con una protagonista adolescente que ejerce de irresistible narradora de su aprendizaje de la vida en una sociedad futura que plasma algunas de las ideas más queridas del famoso autor norteamericano"
Con lo que podemos comprobar que tanto Heinlein, como sus novelas juveniles todavía son un referente en el género.

MURRAY LEINSTER - Operación Terror

Una de las muchas ventajas que aportan los e-readers es la de acceder a la lectura de un buen número de títulos descatalogados desde hace tiempo. Gracias a esta facilidad se puede hacer arqueología literaria y reencontrarse con excelentes artesanos de la palabra, como sin duda fue Murray Leinster, hoy injustamente olvidado.

Leinster fue un prolífico escritor norteamericano forjado en las más destacadas revistas pulp de la época, para las que llegó a escribir más de 1500 relatos, la mayoría de ellos de ciencia ficción, completando su bibliografía con un buen número de novelas, artículos y guiones de cine, radio y televisión. La sencillez del estilo narrativo de Leinster, alejado de cualquier alarde técnico que pueda confundir al lector, nos puede llevar a creer que sus argumentos e ideas no son dignas de mención, nada más lejos de la realidad: de él partieron algunas de las ideas y expresiones que más predicamento han tenido en el género; por ejemplo, se le atribuye la invención de las historias de "universos paralelos" en su obra Sidewise in Time (1934), que sirvió de inspiración a autores tan destacados como Asimov (El fin de la Eternidad, 1955), Larry Niven (All the Myriad ways, 1968), Frederik Pohl (El regreso de los gatos cuánticos, 1986), entre otros; de igual manera, Leinster fue el primero en utilizar el término "primer contacto" para definir el encuentro por primera vez entre humanos y alienígenas. Y no podemos olvidar como fue el primero en describir lo que hoy conocemos como una computadora en Un lógico llamado Joe (1946).

 En Operación Terror (1962), novela que no está entre lo más destacado de su producción, Leinster incidía en los mismos clichés del género que ya explorase anteriormente en obras como  Ataque desde la cuarta dimensión (1936), en la que reflejaba los miedos que atenazaban a la sociedad americana ante una amenaza exterior, en este caso la latente "amenaza roja";  Leinster transmite a lo largo de la narración la constante sensación de que sus personajes están en el punto de mira de un peligro intangible que, de manera inexorable, terminaría por hacerse presente y desencadenar el fin del mundo. La histeria colectiva que dibuja en sus narraciones dejan patente el miedo de la sociedad americana ante la posible pérdida de la paz y prosperidad que había alcanzado su país debido a una agresión exterior (comunista después de la II Guerra Mundial o fascista con anterioridad a la guerra). Pese a que la mayor parte de sus novelas se pueden incluir dentro del space opera y trascurren en un futuro lejano, Operación Terror  gira entorno a otro de los grandes paradigmas de la ciencia ficción: la invasión del planeta por parte de "extraterrestres", aunque en la mayoría de las obras de Leinster nada es lo que aparenta ser.

La narración comienza con la aparición en los radares militares norteamericanos de un objeto no identificado procedente del espacio exterior y su consiguiente caída en el Parque Nacional de Boulder Lake, en el estado de Colorado. Lockley, un agrimensor que en esos momentos se dedicaba en solitario a mesurar las dimensiones del lugar, es testigo de cómo un objeto cae en el lago, cerca de la zona en la que están acampados su compañero de trabajo Vale y su novia Jill Holmes junto a un grupo de obreros que se dedican a trazar, mediante excavadoras, los caminos necesarios en el bosque para facilitar el acceso al lago. Poco tiempo después de la caída del objeto, Vale avisa por radio a Lockley de la aparición en el lago de una extraña nave de la que han surgido unos seres que califica como no humanos. Las extrañas figuras humanoides capturan al grupo de obreros mediante un extraño rayo paralizante de tipo desconocido contra el que nada pueden hacer. Mientras tanto, el ejército, ante los acontecimientos que se van produciendo, ordena cercar la zona y no dejar que nadie entra ni salga de la misma. Loclkey, enamorado en secreto de Jill, la novia de su amigo, decide ir a rescatarlos. En este momento se inician una serie de aventuras y descubrimientos que conforman el motor de la novela, con muy poca originalidad, dicho sea de paso, que concluirán de manera un tanto forzada, llegando a caer en más de una ocasión en la ñoñez y en el absurdo.


En la narración se puede apreciar el absoluto desprecio por la tecnología y las leyes físicas, más como fruto de la ironía y el sentido del humor del autor que por desconocimietno; por ejemplo las armas con las que consigue derrotar al enemigo, tanto en la presente novela como en Ataque desde la cuarta dimensión (1936), son unos pequeños ingenios construidos con una batería de coche, una antena de radio y unos alambres; con unos elementos tan simples consigue resultados mágicos, como destruir blindados a distancia.

La novela juega con las expectativas del lector, influenciado por esa latente amenaza para que al final de la misma los acontecimientos den un giro insospechado que sirve para que el lector reflexione sobre el estado de preguerra en el que están instalados. En Operación Terror, el gobierno y los medios de comunicación controlados por el aparato del Estado también ocultan la realidad de lo que está ocurriendo, siendo en ambas novelas la actuación individual de los personajes protagonistas las que anulan la amenaza y "salvan" a la humanidad, un guón que, por lo próximo a sus ideales, podría haber escrito el mismo Heinlein.

lunes, septiembre 19, 2011

POUL ANDERSON - La Gran Cruzada

Con las imágenes aún frescas en la retina de un decadente Harrison Ford reconvertido en azote de alienígenas en Cowboy & Aliens, la penúltima de las grandes producciones holiwoodiense, no he podido resistir la tentación de releer un viejo clásico de Poul Anderson que editó Miraguano hace ya unos años; la obra en cuestión es La gran cruzada (1960), lectura que recordaba como un entretenido pastiche a medio camino entre la novela caballeresca y la de ciencia ficción. Editado originalmente por entregas en la revista Amazing y nominada al Hugo de 1961 junto a obras de tanto renombre como Venus más X de T. Sturgeon, El mundo de la muerte de H. Harrison o la novela que a la postre resultaría ganadora, Cántico por Leibowitz de Walter M. Miller Jr.; Poul Anderson compitió dignamente con una obra que pone de manifiesto la gran imaginación que atesoraba, su sentido del humor, el conocimiento histórico que atesoraba y ponía al servicio de la incuestionable solvencia con la que defendía sus escritos, pese a lo bizarro de sus argumentos, como es el caso que nos ocupa.

En La Gran Cruzada se ejemplicca como la ciencia ficción ha bebido, con gran frecuencia, del formato policiaco o del western, con sus esquemas narrativos tan simples como eficaces, para llegar a un público amplio y poco exigente, sobre todo en una primera época en la que se aprovechaban las tramas más manidas de los géneros literarios populares, aunque escenificadas en ambientes más exóticos y futuristas. Pongamos como ejemplo la obra de Poul Anderson en la que en esta ocasión los malvados alienígenas tendrán como "compañeros" de reparto a toda una población de la Inglaterra medieval, que no dudaran en emprender una peculiar cruzada contra todo un imperio extraterrestre; espadas, flechas y caballos contra armas láser, bombas atómicas y naves que pueden viajar entre las estrellas a la velocidad de la luz.

Lo bizarro del planteamiento tiene como punto de partida la Inglaterra de 1345, justo en el preciso momento en el que Sir Roger, Baron de Tourneville, está reuniendo su mesnada con la intención de marchar junto a Eduardo III, enfrascado en plena Guerra de los Cien Años contra Francia. La imagen de caballeros y siervos preparando la empresa militar en los bucólicos parajes campestres de la pequeña población de Ansby, en Lincolnshire, se ve interrumpido por el aterrizaje de una enorme nave espacial procedente del imperio Wersgorix. Se trata de una nave de exploración que busca nuevos planetas que conquista, pero en esta ocasión no podrán cumplir su cometido al ser sorprendidos por el ardor de los ingleses, que en un plis-plas acaban con la expedición invasora a espadazo limpio. Sir Roger, hombre de gran valor pero de escasa inteligencia, tiene la intención de utilizar la nave capturada, de la que tan sólo ha sobrevivido un tripulante, para ayudar a su rey en su lucha con Francia y después marchar a Tierra Santa para liberarla de los infieles, para tal fin carga en la nave conquistada todos los habitantes del pueblo, animales incluidos, junto a caballeros y soldados, sin saber que esto es lo que quiere el alienígena prisionero. Cuando la nave se pone en marcha, y ante la sorpresa de todos, el alienígena pone rumbo hacia hacia uno de los planetas conquistados por los Wersgorinx con el fin de ser apresados y... ejecutados. Ni que decir tiene que las aviesas intenciones del prisionero no se ven satisfechas, revertiéndose de tal manera la situación que los aguerridos caballeros ingleses encadenan victoria tras victoria contra hasta el triunfo final.

El argumento parece de lo más simple, pero no se debe dejar pasar la inteligencia con que Anderson construye el relato gracias a sus conocimientos en historia medieval. En primer lugar, la narración la plantea como la lectura de un dietario escrito por un religioso que acompaña al Baron de Tourneville que es encontrado por una expedición procedente del planeta Tierra siglos después de que ocurrieran los acontecimientos narrados. El elemento metaficcional del libro dentro del libro sirve para que el autor pueda construir un relato en primera persona tal y como lo habría hecho un monje de la época con las escasos recursos literarios de los que disponía en el siglo XIV. Por esta razón, los hechos narrados no deben tomarse al pie de la letra, sino como parte de la hagiografía que canta las hazañas del Baron de Tourneville para ensalzar su figura, tal y como mandaban los cánones literarios de la época, además de incorporar en el relato el tópico cortés del fine’amor como recurso para explicar la relación incestuosa entre Lady Catherine, a esposa de Tournaville y uno de sus caballeros.

Resumiendo, la novela, a pesar de sus muchas deficiencias, debe ser leída como un divertimento sin más pretensiones que las de pasar un buen rato con la sucesión de aventuras que enlaza Anderson con su buen hacer, sin olvidar el punto de humor ácido con el que va trufando algunos de los momentos más delirantes de la novela. Sin duda es una pena hoy día no sea frecuente encontrar novelas con el espíritu meramente lúdico que encontramos en La Gran Cruzada, quizás Scalzi se acerca un tanto a éste ideal con sus últimas obras: El agente de las estrellas y El sueño del androide, pero es poco entre tanto buscador de trascendencia literaria.


jueves, septiembre 15, 2011

JOE HALDEMAN - Rumbo a Marte

Haldeman es un valor seguro. De ahí que no me ha resultado extraño que las  altas expectativas que tenía con Rumbo a Marte se hayan cumplido con creces, resultando una de las lecturas más agradables de los últimos tiempos. La esmerada revisión que hace Haldeman de las “novelas juveniles” del maestro Heinlein sorprende por la destreza con la que consigue recrear un modelo literario reconocible para los amantes del género de la ciencia ficción, pero sin llegar a caer en un ejercicio de travestismo que le reste al texto la propia personalidad del autor, reconocible por su tendencia hard  y por lo poco dado que es a especulaciones científicas de corte fantasioso, como eran las que, en la mayoría de ocasiones, se incluían en las obras para jóvenes de Heinlein.

Lo verdaderamente admirable de esta obra es como consigue Haldeman atrapar al lector gracias a una prosa tranquila, construida con frases cortas, sin recurrir a  complejas subordinaciones ni dejarse llevar por las estrategias textuales que puedan confundir al lector. La economía de recursos empleada en esta narración escrita en primera persona agiliza tremendamente la lectura, ayudada por la atracción mimética que desde la primera página se siente por la protagonista, Carmen Dula, una joven adolescente que tiene que dejarlo todo para acompañar a sus padres a Marte. La novela funciona también como el diario de una adolescente en pleno viaje iniciático hacia la madurez, al mismo tiempo que el texto se va constituyendo como una poderosa máquina de guiños literarios al lector habitual de ciencia ficción que, sin duda, encontrará un estimulo añadido gracias a la sensación de ir descubriendo entre las páginas de Rumbo a Marte a otros autores además de Heinlein, como pueden ser Clarke y Asimov, en un tour de force que emprende Haldeman con la intención de transportar a los lectores al corazón de la mejor ciencia ficción de la Edad de Oro, una difícil tarea que requiere de esfuerzo y habilidad pero que la pericia del autor hace que llegue a buen puerto, creando una obra que destila un gusto a clásico añejo, a los buenos tiempos de la ciencia ficción.

La novela en sí está estructurada en tres partes bien diferenciadas, herencia inevitable de haber sido editada en primer lugar como una novela por entregas en la revista Analog. El primer tercio de novela une la construcción de la identidad de la protagonista a través de su proceso mental mediante una crónica personal de carácter intimista en la cual la adolescente hace una detallada exposición de todas sus decepciones pasadas, que no son distintas a la de cualquier joven de ahora, con sus problemas en las relaciones humanas o en los estudios, la nula relación con sus padres y hermano o de la falta de motivación con la que emprende una nueva vida en un planeta en el que apenas viven un centenar de colonos; la falta de abstrusos monólogos interiores y de fábulas moralistas en esta fase de la narración hace que el lector trascienda la anécdota de la acción y la aventura y escoja al personaje como motor de la narración por encima de todo lo que supone el ascenso desde la Tierra hasta la estación orbital en la que espera la nave que los llevará hasta Marte. El viaje inicial se realiza por medio de un “ascensor”, similar al ideado por Clarke en Las fuentes del paraíso (1979), por cierto, la nave ha sido bautizada como John Carter, el héroe protagonista de la serie marciana escrita por Edgar Rice Burroughs, otro guiño a los grandes nombres del género. En esta parte de la narración aparece el Haldeman más hard al describir, de una manera tan simple como concisa, un programa espacial posible con una tecnología accesible en pocas décadas, con lo que esta visión realista de la “conquista del espacio” nos ayuda a imaginar cómo serán esas primeras experiencias y los problemas que ocasionarían la falta de gravedad y la radiación solar a la que obligatoriamente se verán expuestos los cosmonautas.

La segunda parte de la novela comienza con la llegada de Carmen a Marte después de seis meses de un duro viaje a gravedad cero en el que se han producido grandes cambios en la relación con su familia; además ha comenzado una relación sentimental con el piloto de la nave, diez años mayor que ella, lo que se traduce en el enfrentamiento de Carmen con la administradora de la colonia marciana, personaje típicamente “heinleniano” que viene a representar la opresión del estado sobre el individuo, el atentado a la libertad personal y demás fobias del maestro Heinlein. La dureza de la vida en la colonia, el aburrimiento de la monotonía y la constante persecución por parte de la administradora comienza a hacer mella en la joven, pero justo en el momento en el que la determinación de Carmen Dula comience a flaquear se produce el encuentro con los “marcianos”. El enigma sobre la raza de extraños seres que encuentran, los muchos enigmas que se plantean sobre ellos y las aventuras que viven los colonos marcianos dan paso a la tercera y última parte de la novela, que se inicia tras una elipsis temporal de varios años en los cuales Carmen ha terminado sus estudios universitarios, ha cuajado su relación con Paul, el piloto, y se ha convertido en la pieza clave en el proyecto de convivencia que se ha iniciado, junto a los recién encontrados marcianos, en la base orbital terrestre construida con la finalidad de que ambas razas lleguen a conocerse mejor. Carmen ha establecido una sólida relación de amistad con Rojo, el líder de los marcianos que le ha salvado la vida en dos ocasiones, con lo que se vuelve a reconstruir otro de los tópicos de las “novelas juveniles” de Heinlein: la amistad entre el joven protagonista y un alienígena bueno que en ocasiones actúa como mascota (cosas del antropocentrismo), recordemos por ejemplo los casos de Rebelión en el espacio (Red Planet), Hija de Marte (Podkayne of Mars) o Consigue un traje espacial: viajarás (Have space suit – will travel). En la estación orbital ocurren una serie de acontecimientos que parece indicar que los supuestos marcianos no son originarios de Marte, sino que han sido dejados allí por una inteligencia alienígena para controlar a los humanos y, si representan una amenaza, eliminarlos. Será aquí, al final de la novela cuando se le podrá achacar al autor algún pero a su obra por la rapidez, casi brusquedad con la que acaba la novela tras la  dejando muchos cabos sueltos todavía por resolver; por cierto, un final que se asemeja mucho al que Heinlein quería para Podkayne of Mars y que su editor le obligó a cambiar.

Rumbo a Marte (Marsbound) es la primera entrega de una trilogía que continuó con la aparición de Starbound (2010), en la que continúan las aventuras de Carmen Dula y de su ya marido, el piloto Paul Collins, embarcados en una misión que les llevará al lejano planeta de los Otros para evitar la destrucción de la humanidad. Con Rumbo a Marte se recupera el sabor de la ciencia ficción más tradicional y, sin duda, es una buena novela para que muchos jóvenes lectores se inicien en la ciencia ficción. Para finales del presente año está anunciada la aparición de la tercera entrega de la trilogía que llevará por título Earthbound.

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