Haldeman es un valor seguro. De ahí que no me ha resultado extraño que las altas expectativas que tenía con Rumbo a Marte se hayan cumplido con creces, resultando una de las lecturas más agradables de los últimos tiempos. La esmerada revisión que hace Haldeman de las “novelas juveniles” del maestro Heinlein sorprende por la destreza con la que consigue recrear un modelo literario reconocible para los amantes del género de la ciencia ficción, pero sin llegar a caer en un ejercicio de travestismo que le reste al texto la propia personalidad del autor, reconocible por su tendencia hard y por lo poco dado que es a especulaciones científicas de corte fantasioso, como eran las que, en la mayoría de ocasiones, se incluían en las obras para jóvenes de Heinlein.
Lo verdaderamente admirable de esta obra es como consigue Haldeman atrapar al lector gracias a una prosa tranquila, construida con frases cortas, sin recurrir a complejas subordinaciones ni dejarse llevar por las estrategias textuales que puedan confundir al lector. La economía de recursos empleada en esta narración escrita en primera persona agiliza tremendamente la lectura, ayudada por la atracción mimética que desde la primera página se siente por la protagonista, Carmen Dula, una joven adolescente que tiene que dejarlo todo para acompañar a sus padres a Marte. La novela funciona también como el diario de una adolescente en pleno viaje iniciático hacia la madurez, al mismo tiempo que el texto se va constituyendo como una poderosa máquina de guiños literarios al lector habitual de ciencia ficción que, sin duda, encontrará un estimulo añadido gracias a la sensación de ir descubriendo entre las páginas de Rumbo a Marte a otros autores además de Heinlein, como pueden ser Clarke y Asimov, en un tour de force que emprende Haldeman con la intención de transportar a los lectores al corazón de la mejor ciencia ficción de la Edad de Oro, una difícil tarea que requiere de esfuerzo y habilidad pero que la pericia del autor hace que llegue a buen puerto, creando una obra que destila un gusto a clásico añejo, a los buenos tiempos de la ciencia ficción.
La novela en sí está estructurada en tres partes bien diferenciadas, herencia inevitable de haber sido editada en primer lugar como una novela por entregas en la revista Analog. El primer tercio de novela une la construcción de la identidad de la protagonista a través de su proceso mental mediante una crónica personal de carácter intimista en la cual la adolescente hace una detallada exposición de todas sus decepciones pasadas, que no son distintas a la de cualquier joven de ahora, con sus problemas en las relaciones humanas o en los estudios, la nula relación con sus padres y hermano o de la falta de motivación con la que emprende una nueva vida en un planeta en el que apenas viven un centenar de colonos; la falta de abstrusos monólogos interiores y de fábulas moralistas en esta fase de la narración hace que el lector trascienda la anécdota de la acción y la aventura y escoja al personaje como motor de la narración por encima de todo lo que supone el ascenso desde la Tierra hasta la estación orbital en la que espera la nave que los llevará hasta Marte. El viaje inicial se realiza por medio de un “ascensor”, similar al ideado por Clarke en Las fuentes del paraíso (1979), por cierto, la nave ha sido bautizada como John Carter, el héroe protagonista de la serie marciana escrita por Edgar Rice Burroughs, otro guiño a los grandes nombres del género. En esta parte de la narración aparece el Haldeman más hard al describir, de una manera tan simple como concisa, un programa espacial posible con una tecnología accesible en pocas décadas, con lo que esta visión realista de la “conquista del espacio” nos ayuda a imaginar cómo serán esas primeras experiencias y los problemas que ocasionarían la falta de gravedad y la radiación solar a la que obligatoriamente se verán expuestos los cosmonautas.
La segunda parte de la novela comienza con la llegada de Carmen a Marte después de seis meses de un duro viaje a gravedad cero en el que se han producido grandes cambios en la relación con su familia; además ha comenzado una relación sentimental con el piloto de la nave, diez años mayor que ella, lo que se traduce en el enfrentamiento de Carmen con la administradora de la colonia marciana, personaje típicamente “heinleniano” que viene a representar la opresión del estado sobre el individuo, el atentado a la libertad personal y demás fobias del maestro Heinlein. La dureza de la vida en la colonia, el aburrimiento de la monotonía y la constante persecución por parte de la administradora comienza a hacer mella en la joven, pero justo en el momento en el que la determinación de Carmen Dula comience a flaquear se produce el encuentro con los “marcianos”. El enigma sobre la raza de extraños seres que encuentran, los muchos enigmas que se plantean sobre ellos y las aventuras que viven los colonos marcianos dan paso a la tercera y última parte de la novela, que se inicia tras una elipsis temporal de varios años en los cuales Carmen ha terminado sus estudios universitarios, ha cuajado su relación con Paul, el piloto, y se ha convertido en la pieza clave en el proyecto de convivencia que se ha iniciado, junto a los recién encontrados marcianos, en la base orbital terrestre construida con la finalidad de que ambas razas lleguen a conocerse mejor. Carmen ha establecido una sólida relación de amistad con Rojo, el líder de los marcianos que le ha salvado la vida en dos ocasiones, con lo que se vuelve a reconstruir otro de los tópicos de las “novelas juveniles” de Heinlein: la amistad entre el joven protagonista y un alienígena bueno que en ocasiones actúa como mascota (cosas del antropocentrismo), recordemos por ejemplo los casos de Rebelión en el espacio (Red Planet), Hija de Marte (Podkayne of Mars) o Consigue un traje espacial: viajarás (Have space suit – will travel). En la estación orbital ocurren una serie de acontecimientos que parece indicar que los supuestos marcianos no son originarios de Marte, sino que han sido dejados allí por una inteligencia alienígena para controlar a los humanos y, si representan una amenaza, eliminarlos. Será aquí, al final de la novela cuando se le podrá achacar al autor algún pero a su obra por la rapidez, casi brusquedad con la que acaba la novela tras la dejando muchos cabos sueltos todavía por resolver; por cierto, un final que se asemeja mucho al que Heinlein quería para Podkayne of Mars y que su editor le obligó a cambiar.
Rumbo a Marte (Marsbound) es la primera entrega de una trilogía que continuó con la aparición de Starbound (2010), en la que continúan las aventuras de Carmen Dula y de su ya marido, el piloto Paul Collins, embarcados en una misión que les llevará al lejano planeta de los Otros para evitar la destrucción de la humanidad. Con Rumbo a Marte se recupera el sabor de la ciencia ficción más tradicional y, sin duda, es una buena novela para que muchos jóvenes lectores se inicien en la ciencia ficción. Para finales del presente año está anunciada la aparición de la tercera entrega de la trilogía que llevará por título Earthbound.
3 comentarios:
Hola, mi nombre es Risingson y Joe Haldeman es un valor seguro para mí. Un valor seguro de que el libro me va a parecer muy chusco. Tras la experiencia de "Viejo siglo XX" y "La guerra interminable" (que para alegorías ramplonas no está uno), tras encontrarme que es capaz de usar 10 páginas para hablar de lo que aprendió el finde pasado aunque no pegue con el libro, francamente, prefiero mantenerme lejos de sus narraciones. Gracias.
Me interesa ver muchas películas distintas y las de ciencia ficción son mis favoritas, por eso cada vez que sale una trato de verla. Como compre viajes a rio de janeiro para ir con mi familia estamos tratando de conseguir un dvd portátil para ver pelis en el avión
Starbound no se llegó a publicar en español. La factoría de ideas, propietaria de los derechos, cerró antes de publicar la continuación de Rumbo a Marte. Lo siento.
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