
Los ya iniciados en la obra de Wilson encontrarán en Spin todos y cada uno de los temas recurrentes que utiliza de manera sistemática para la construcción de sus escritos y que conforman los habituales aperos de su retórica destinada a ilustrar la necesidad humana de proteger, de subsistir, de perdurar en el tiempo y de amar; todo ello construido con una sutil prosa que, acariciando las palabras, lleva a la perfección el oblicuo arte de la ambigüedad y la insinuación, de dar a entender sin revelar. Un estilo que en esta ocasión apuntala mediante el certero uso de la siempre peligrosa prolepsis; es decir, el salto hacia delante en la narración que adelanta acontecimientos de la trama con el consiguiente peligro de la pérdida de interés del lector que ya sabe de antemano que va a suceder. En este caso Wilson utiliza este recurso con maestría al añadir de esta manera un elemento que aumenta la sensación de perdurabilidad en el tiempo, de la inmortalidad y de lo efectos que esta capacidad produciría en la siempre maleable condición humana; es esta, sin duda, una de las partes importantes en el argumento que ya desarrollo el autor en otras de sus obras como por ejemplo Darwinia.
Viene a cuento la ambigüedad que antes comentaba habida cuenta que Spin, la última y esplendida novela de Wilson que llega a nuestras manos, no es lo que parece. Sus ínfulas de obra futurista aliñada con unas ideas más que sugerentes y unos conocimientos más que dignos de física y nuevas tecnologías, que nunca lastran la narración con el plomo de un lenguaje de manual científico, resultan el persuasivo espejismo con el que el autor esconde al lector su verdadero objetivo: tejer una alegoría de la orfandad del individuo en relación a la sociedad. Se nos invita a creer que se trata de una novela de ciencia-ficción, pero en esta ocasión los personajes de la obra están por encima de las ideas preconcebidas por parte del lector al que Wilson confunde y altera el horizonte de expectativas previas a la lectura.
Arranca la novela con el momento donde el Spin, una membrana que recubre el planeta y actúa como una distorsión temporal que acelera el tiempo fuera de esta membrana protectora enviando a la Tierra a 4000 millones de años en el futuro, cuando el Sol está en los últimos momentos de su ciclo vital. Este comienzo con un suceso inexplicable que pone en jaque la sociedad tal y como la entendemos en la actualidad es una de las constantes en la obra de Wilson. Un elemento indispensable para poner atrapar desde las primeras páginas al lector y conducirlo a través del clima de tensión que crea alrededor del fenómeno que altera la existencia de la humanidad.
El argumento toma cuerpo con un caudaloso monólogo que escarba en el recuerdo intenso de una adolescencia perdida en un pasado remoto y que clava un dardo envenenado con tristeza en el alma de Tyler Dupree, auténtico protagonista de la narración junto a los gemelos Diane y Jason, de quien seremos privilegiados testigos de la construcción de sus identidades a través de los diferentes procesos mentales que forjan sus caracteres a través de la exposición moral de los acontecimientos que afectan su existencia. La dicotomía que presentan los gemelos: Jason encarna la ciencia que busca una solución al problema que ha creado el Spin, mientras Diane busca consuelo en la religión apocalíptica que genera la falta de expectativas que asola a la humanidad. Toma cuerpo aquí otro de los referentes de la obra de Wilson: la religión, un elemento de vital importancia dentro del imaginario del autor, el cual ya lo desarrolla ampliamente en otras obras como Los Cronolitos y en mayor medida Mysterium, donde presenta una ucrónica sociedad americana sometida a la tiranía de una teocracia.
Ya para finalizar, es importante señalar que Spin, no es una obra autoconclusiva. Deja un buen número de cabos sueltos además de un final que sirve de puente para introducir la que será su continuación, Axis, que esperamos poder ver publicada en breve. En este punto se pueden citar dos factores que provoca el final de Spin; uno negativo, puesto que se corta la acción de una manera muy abrupta y en un momento álgido de la trama, por otra parte, no le viene nada mal esta manera de finalizar la obra al autor, ya que si de algo se le puede acusar es de no saber rematar con solvencia sus novelas, ya que es frecuente apreciar una aceleración en los acontecimientos a la hora de cerrar los diferentes nudos argumentales que desarrollo, y que en este caso desaparecen al aplazarlos para su continuación en Axis.
En resumen, una novela sólida y de fácil lectura que hará las delicias de los aficionados a la ciencia ficción.