Gracias a la acertadísima reedició que Alamut ha hecho de Rite of Passage (1968), la olvidada novela del no menos olvidado Alexei Panshin, me decidí a desempolvar un viejo ejemplar de Rito de iniciación (Rito de paso en la edición de Alamut) editado por Dronte en su colección Antares en 1974, que seguramente adquirí en alguno de los muchos saldos que ha vivido el género de la ciencia ficción. Y lo que son las cosas, al final Rito de iniciación ha sido una de las lecturas más gratificantes del año; una novela publicitada como una intrascendente aventura de adolescentes destinada a ser un divertimento pasajero ha resultado ser una lectura bastante más compleja que esa aproximación a las novelas juveniles del maestro Heinlein, abordando temas de más calado que las simples peripecias afectivas y existenciales de una joven en pleno proceso de madurez.
En efecto, una vez más debemos hablar del maestro Heinlein como inexcusable referente para abordar una lectura que supera la media; en este caso, además del parecido en cuanto a la estructura de la novela de Panshin con la producción juvenil de Heinlein, de las que recibe un buen número de influencias y paralelismos, como por ejemplo con Hija de Marte (Podkayne of Mars, 1963) por la actitud vital e inconformista de su inolvidable protagonista, o con Consigue un traje espacial: viajarás (1958) en cuanto al genocidio de una raza como acto “preventivo” para evitar una posible amenaza, o con Rebelión en el espacio (Red Planet, 1949) por la transición que hacen los personajes hacia la madurez y la ciudadanía, entendida esta última como una condición social que se debe ganar por méritos y no como un derecho adscrito al nacimiento; ninguno de estos paralelismo es casual, ya que Panshin nunca ha negado la decisiva influencia recibida por la obra de Heinlein, ni se nos puede escapar el conocimiento que tenía de la misma a tenor del ensayo que publicó en 1968 con el título de Heinlein in Dimension: a critical analysis. Rite of passage, no está precisamente huérfana de reconocimientos, por lo menos en cuanto a premios literarios se refieres: fue la novela ganadora del premio Nebula en 1968 y finalista del Hugo en 1969, año en el que el ganador fue John Brunner con su novela Todos sobre Zanzibar.
Rito de iniciación va más allá de un sentido homenaje la producción juvenil de Heinlein. La novela de Panshin, sin renunciar a una buena dosis de entretenimiento y aventuras, está mucho más lograda en cuanto a la profundidad de los personajes y a la riqueza argumental y temática, funcionando también como una amalgama de ideas en su planteamiento que nos catapulta rápidamente hacia algunos de los más conocidos títulos de referencia en la literatura de ciencia ficción; de esta manera, Panshin, introduce en la historia elementos distópicos fundamentados en las prácticas de eugenesia y de control de natalidad para evitar la sobrepoblación y mantener la sostenibilidad de recursos, lo que nos trae a la memoria nada menos que Un mundo feliz (1932) de Aldous Huxley; otro de los tópicos sobre los que Panshin aporta su peculiar visión es el de las naves generacionales y la degeneración que se produce en las sociedades estancadas y cerradas sobre sí mismas que se dan en este tipo de situaciones, remitiéndonos, por ejemplo, a la excelente La nave estelar (1958) de Brian W. Aldiss; aunque el tema que vertebra todos los demás es el de la iniciación a la vida adulta y los múltiples ritos que crean las sociedades para simbolizar el paso de una etapa de aprendizaje a la de plena madurez.
La novela está narrada en primera persona por Mia Havero, una joven adolescente sumida en las tribulaciones que le produce afrontar la inminente prueba de madurez que marca el paso a la vida adulta entre los habitantes de la nave. Mia -hija del Presidente del Consejo- había nacido en una de las grandes naves que habían escapado de la destrucción de la Tierra debido a las luchas internas un siglo atrás. No conece otro paisaje que el de los corredores y salas asepticas y herméticas que la han protegido y encerrado desde el momento de su nacimiento en una de las enormes naves espaciales sobrevivientes del conflicto que acabó con la vida en la Tierra, ni tiene más amigos que el reducido grupo de niños con el que ha crecido. La misión original de la nave en la que viaja Mia era transportar a los escasos supervivientes del autogenocidio de la raza humana a nuevos mundos habitables para colonizarlos y preservar en ellos la vida humana. Pero en el trayecto hacia la "tierra prometida", sucedió algo que provocó una división social entre los tripulantes y élites científicas con el resto de supervivientes, colonos agrícolas en su mayoría. Los colonos son desembarcados en los mundos de destino, pero sin que las élites intelectuales les entregaran elementos técnicos ni los conocimientos necesarios para construirlos y comenzar la colonización con las máximas garantías para asegurarse el éxito. Los tripulantes y científicos de las naves habían decidido no desembarcar y continuar su existencia a bordo, pretextando que sus conocimientos se degenerarían hasta perderse por completo si se unian a los colonos en los nuevos mundos. De esta manera, la sociedad se dividió en dos grupos que siguieron caminos diferentes, aunque se necesitaran comercialmente, dependiendo la existencia de ambos del intercambio de materias primas producidas por los colonos a cambio de conocimientos técnicos que ayuden a desarrollar las atrasadas colonias.
A través de los ojos de Mia, poco a poco, vamos conociendo la organización de los habitantes de la nave, de lo que popdemos percibir el proceso de degeneraciónen el que están inmersos, tanto desde el punto de vista ético y moral como culturalmente, ya que nadie ha aportado nada nuevo a su elitista sociedad, ya sean libros, obras de arte o mejoras técnicas a los conocimientos que traían de la Tierra. Con el deambular de Mía por la nave, comprendemos que el número de los habitantes de la misma ha decrecido de manera alarmante, teniendo que dejar deshabitada y sin mantenimiento todas las estancias de un nivel; el proceso de retroceso demográfico se debe a dos factores: la severa política de control de natalidad que se mantiene en la nave y el cada vez mayor número de bajas que se produce en el rito de iniciación que deben pasar los jóvenes. El control de natalidad se puso en práctica tiempo atrás con el fin de evitar los problemas que supondría la sobrepoblación, instaurándose para este fin un restrictivo control de natalidad bajo control del Consejo de la nave, quienes eran los encargados de aprobar el nacimiento de cada niño, castigando con el destierro a uno de los planetas con colonos a quien infrinja esta regla, lo que suponía, en la mayoría de ocasiones la segura muerte de progenitores y niños; el otro método de control de la población era el obligatorio rito de paso que debían de cumplir todos los jóvenes de la nave una vez llegados a los 14 años, una prueba que no todos lograban superar, siendo la tasa de mortalidad cada vez más elevada entre los jóvenes que realizaban la prueba, una circunstancia cruel aunque necesaria para eliminar a los menos aptos y asegurarse de que los supervivientes tienen la habilidad necesaria para contribuir a la prosperidad del grupo.
La prueba a la que debe enfrentarse la jovencísima Mia Havero consiste en sobrevivir durante 30 días, sin ayuda externa, en uno de los muchos planetas habitados por colonos que la nave visita regularmente para comerciar y aprovisionarse. Conocemos a Mia cuando acaba de dejar los dormitorios comunes, que comparte con el resto de niños de su misma edad, para ir a vivir con su padre en un sector con habitáculos más grandes. El cambio en su entorno afecta emocionalmente a Mia que pierde su espacio de seguridad, viéndose obligada a cambiar su círculo de amistades en un momento crucial de su vida: cuando comienza a prepararse para la prueba que la debe de conducir a la vida adulta. Su nueva existencia la lleva a verse asociada a un chico de su edad, Jimmy, con el que comparte tutor, José Mbele, que curiosamente es el rival político del padre de Mia en la nave, un personaje típicamente "heinliano" que se repite en muchas de sus novelas: el hombre de edad madura que encarna la sabiduría y responsabilidad ante los acontecimientos adversos (aparece como el Hombre Viejo en Amos de títeres, Tom Fruies, el tío de Podkayne en Hija de Marte o Jubal Harshaw en Forastero en Tierra extraña). La especialidad del tutor es la ética, y sobre las bases de esta disciplina filosófica se plantearan los principales acontecimientos de la novela que desembocan en el exterminio de todo un planeta.
Pese a que en un principio las acusadas personalidades de Mia y Jimmy chocan, su rivalidad inicial se convierte en amistad y con el tiempo en un amor programado por los especialistas genéticos de la nave. Tanto dentro como fuera de la clase de supervivencia, a veces con Jimmy y, a veces con otros niños, Mia tiene una serie de aventuras que construyen su autoconfianza, amplían su mundo, y la prepara para superar la dura prueba. Su conciencia moral también crece durante este periodo, tanto a través del estudio formal de la teoría ética, como con la reflexión sobre los nuevos caminos en los que se adentra. El periodo de adiestramiento físico al que son sometidos Mia y sus compañeros para garantizar el éxito de su misión, es similar a la que los antiguos espartanos hacían con sus guerreros, la agogé, un proceso iniciático que no es más que un método encubierto de eugenesia destinado a seleccionar a los más aptos y fortalecer el grupo, eliminando al mismo tiempo a aquellos que supondrían una carga o un empobrecimiento genético para la sociedad; en este sentido, el del paralelismo entre la sociedad espartana y la sociedad que se ha creado en la nave, los colonos que son sistemáticamente explotados juegan el papel que en la antigüedad correspondían a los ilotas, descendientes de las comunidades agrícolas sometidas por la fuerza cuyo estatus era el de siervos espartanos adscritos a la tierra con la finalidad de explotarla para sus amos, al igual que los colonos que describe Panshin trabajan para satisfacer las necesidades de los habitantes de la nave.
El momento de la prueba de los jóvenes es la más movida de la novela, una agradable concesión que hace Panshin al género de aventuras, con persecuciones, intrigas, tiroteos, etc. El resultado de la misión es catastrófico para Mia y sus compañeros, la mayoría muere a manos de los habitantes de Tintera, el planeta elegido para el rito de paso a la vida adulta. Tras el rescate de los supervivientes, la Asamblea de la Nave plantea la total destrucción del planeta y de sus habitantes por el crimen cometido. Esta parte final, pese a que no desentona con el resto de la novela, no termina de cerrar de manera convincente muchas de las cuestiones que el lector se plantea a lo largo de la narración.
En global, Rito de iniciación es una más que aceptable lectura, con elementos que la hacen trascender más allá de ser considerada una novela de aventuras para jóvenes, al estilo de las escritas por Heinlein, y que mueven a la reflexión sobre algunos de los temas recurrentes y típicos dentro del género de la ciencia ficción. Una obra muy recomendable, que se puede entender casi como un estreno editorial por el tiempo trascurrido desde su primera edición por la editorial Dronte en 1974, y la escasa repercusión que la obra ha tenido después, lamentablemente.
1 comentario:
Se me ha hecho un poco largo, dada tu erudición y la pasión que sientes por los temas de la CF.
Saludos.
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