martes, agosto 28, 2007

BARRAYAR - DANZA DE ESPEJOS: Lois McMaster Bujold

Cuando aparecen los calores estivales el cuerpo me pide lecturas amenas y divertidas como son las de la serie de Miles Vorkosigan. Una saga odiada por unos y reverenciada por otros. Tantos admiradores acumula la Bujold como detractores se suman a la causa de menospreciar su obra. Unos y otros no se pondrán de acuerdo a la hora de calificar sus novelas, lo que ninguno puede poner en duda es el éxito que ha ido atesorando en un breve espacio de tiempo; y no sólo lo digo por los premios Hugo y Locus que colecciona. Repasando los comentarios de Miquel Barceló en los prólogos que escribe para las novelas de la Bujold en la colección Nova de Ediciones B, se puede encontrar como se refiere a ellas como “un valor seguro”, y es que el verdadero éxito, nos guste o no, se mide en número de ejemplares vendidos, y en esos menesteres la Bujold golea al resto de escritores de ciencia ficción. Una escritora inteligente, consciente de sus limitaciones y que sabe explotar sus puntos fuertes; no se complica la vida con artificios innecesarios y ofrece diversión en estado puro.

Este año la editorial Byblos ha vuelto a obsequiar a los lectores de la Bujold con la reedición de algunas de sus novelas más buscadas: Barrayar y Danza de Espejos.


BARRAYAR

Barrayar aparece publicada cuando la saga de Miles Vorkosigan ya llevaba un buen trecho andado. Cronológicamente, los hechos que en ella se narran, se deben encuadrar inmediatamente después de Fragmentos de Honor y antes de la exitosa El Aprendiz de Guerrero. El argumento se centra en los acontecimientos que dieron lugar a las deficiencias físicas con que nació nuestro héroe, Miles Vorkosigan, y a la guerra civil que sufrió Barrayar durante la regencia de Aral Vorkosigan, padre de Miles y esposo de Cordelia.

No se debe considerar bajo ningún concepto una novela de ciencia ficción. Es una agradable novela de aventuras en un entorno estéticamente similar al utilizado en la película El Prisionero de Zenda : sociedad militar, castillos, uniformes de caballería, intrigas palaciegas, etc. Nada de lo que acontece en Barrayar es suficiente para considerarla dentro del grupo de novelas de ciencia ficción. Novela de aventuras y a mucha honra.

Está entrega de la serie no aporta nada en especial a la saga, si acaso, cierra la participación del resto de personajes con los que experimento la Bujold para encontrar a su protagonista ideal, Miles. Por otra parte, en esta novela, la autora aprovecha para dar rienda suelta a su vena sexista y ensalzar la figura de la mujer en comparación con la del hombre, una figura masculina a la que presenta como individuos muy limitados intelectual e incluso físicamente. De esta manera, la “buena” de Cordelia no se conformará con ser la madre del gran Miles; en su tiempo libre, que no es poco, resolverá tramas intergalácticas, salvará al planeta y ganará ella sola una sangrante guerra civil. ¡¡Bien por Cordelia!!

Ya puestos a arremeter contra sus demonios particulares demuestra de manera excelente el darwinismo social con que los yankis contemplan cualquier otra cultura, religión o modelo de sociedad, no debemos olvidar que la buena de la Bujold es natural de Ohio y nacio en plena posguerra mundial; ha tragado valores patrios desde su más tierna infancia. Así que no es de extrañar el desprecio hacía cualquier forma de interpretar la vida que no coincida con el capitalismo y el nacional catolicismo en el que ella se ha criado.

Aquí me gustaría apuntar mi particular opinión sobre los personajes principales de esta saga: son básicamente dos. El favorito de la Bujold, como no, nuestra intrépida Cordelia Naismith y el apocado y rígido Lord Aral Vorkosigan, el padre de “la criatura”. El mismo Miles no es más que la copia enana de los dos prototipos que creo la Bujold para Fragmentos de Honor. Miles recoge las formas y maneras de su madre, Cordelia, cuando está al frente de los mercenarios Dendarii: un tío inteligente, dinámico, triunfador y sexualmente un semental de metro y medio(de altura) que parece muy superior al Miles oficial del ejercito de Barrayar que recoge todos los defectos de su padre: inseguro, frío, triste, inseguro y capado. Aquí se puede volver a apreciar la particular guerra de sexos que crea la Bujold en su universo particular: femenino = bueno; masculino = malo.

Con todo esto no quiero decir que Barrayar no me haya gustado, al contrario, me fascinan las peripecias que la Bujold les hace vivir a sus personajes, pero una cosa es que me gusten las novelas de la Bujold y otra muy diferente es que acepte con buena cara que Barrayar ganará el Hugo y el Locus del 1992. Excesivo.


DANZA DE ESPEJOS

Sin duda Danza de Espejos es la mejor de todas las entregas de la serie. Este hecho se debe a la aparición del personaje más trabajado y atractivo de todos los creados por la Bujold: Mark, el hermano clon de Miles. Un personaje sólidamente construido gracias a todo lo acontecido hasta el momento a lo largo de las entregas anteriores. Mark es un clon creado para suplantar a Miles y matar a su padre (aquí se pueden meter todas las teorías habidas y por haber sobre lo Freudiano y edípico del caso) ; su cuerpo ha sido torturado quirúrgicamente para conseguir las mismas imperfecciones físicas que Miles. Su mente manipulada hasta conseguir acondicionarla para la obediencia ciega que exigen sus creadores.

Un personaje que debería de haber sido residual dentro del universo Bujold y que creció hasta “comerse” a su hermano mayor. Cuando empezamos a ver el mundo a través de los ojos de Mark en seguida nos ganó para su causa. Su ambigüedad de sentimientos hacia su hermano y sus constantes crisis de identidad provocaron la inmediata empatía del lector con este personaje tan lleno de sentimientos contradictorios y de unas sensaciones tan primarias como humanas. Si a esto le sumamos los problemas para mantener la línea dentro de unas proporciones aceptables que tanto lo atormenta, pues la identificación con Mark, por parte de la mayoría de lectores, es aún mayor

Las ganas que pone Mark por emular las gestas de su hermano lo llevan a recorren los mismos lugares donde Miles vivió sus triunfos más sonados, pero Mark ha nacido para la tragedia más que para la comedia, muchas serán las peripecias en que se vea implicado para regocijo del lector que las disfrutara a lo grande.

Miles también hace su aparición en la novela, no podía ser de otra manera, esos sí, quizá no todo lo brillantemente que podía haber sido. Este es el gran debe que le podemos achacar a la Bujold en Danza de Espejos; se había logrado una gran cantidad de posibles tramas a desarrollar en el futuro con la aparición de Mark, pero al final…

No explicaré nada más, el próximo verano, sí Byblos hace sus deberes y devuelve a las librerías una edición en bolsillo de Recuerdos y Komar veremos que tal resuelve la Bujold todos los caminos que se abren en Danza de Espejos.

Una última cosa que añadir: no hace mucho me refería a las obras de la Bujold, a modo de analogía con el mundo del cine, como novelas “palomiteras”, carentes de la sustancia suficiente para llegar a se consideradas como algo más que un producto de entretenimiento pasajero. Buscando por Internet he encontrado una cita que hace tiempo alguien de la revista Locus escribió sobre las obras de la Bujold.


"Las crónicas de Miles Vorkosigan son demasiado inteligentes para ser comida literaria barata, pero producen el mismo tipo de deseo incontrolable que hace que las palomitas de maíz se desvanezcan mágicamente durante una sesión de cine."
Faren Miller en LOCUS
Me ha hecho gracia.
OTRAS VISIONES:
Danza de espejos: Enclavepública

viernes, agosto 17, 2007

REGRESO A BELZAGOR (Downward to the Earth) – Robert Silverberg

El reciente saldo de La Factoría ha puesto a disposición de muchos aficionados un buen número de títulos apetecibles. Entre ellos se encuentra Regreso a Belzagor del maestro Robert Silverberg; lo de maestro se debería de poner en mayúsculas. La revisión novelada que hace en esta novela del Zaratustra de Nietzsche es sencillamente genial.

Una tarea nada fácil la de hacer digerible la teoría filosófica de Nietzsche a través de una obra concebida, en principio, como de evasión y entretenimiento, pero mientras pasaba las páginas crecía mi asombro al ver reflejado en cada acontecimiento, en cada personaje de Regreso a Belzagor todas y cada una de las ideas y conceptos de Nietzsche.

Silverberg ofrece en clave de ciencia ficción un canto al Vitalismo de Nietzsche y su concepto de vida: la comprensión de la vida en el sentido biológico como elemento para subrayar el papel del cuerpo humano, los instintos, lo irracional, la naturaleza, la fuerza y la lucha por la subsistencia.

Términos como la muerte de Dios, el nihilismo, el eterno retorno como síntoma de vitalismo, la voluntad de poder como esencia de la vida (que se ve reflejada en muchos de los protagonistas de las obras de Silverberg: Manjipur, etc), la división moral entre lo apolíneo y lo dionisiaco, la transmutación de los valores, y por supuesto el Superhombre que debe de emerger de este cambio y dejar atrás al Último Hombre: entendido como el hombre de los tiempos actuales, no cree en nada, pero se cree feliz, es un ser menospreciable que vive una vida gris. Estos son los elementos que ejercen la función de armazón, de esqueleto que queda recubierto con el escenario futurista que con tanta soltura domina Silverberg, y que da forma a Regreso a Belzagor, pésima traducción del título original: Downward to the Earth. Título mucho más acertado al trasfondo mesiánico de la novela.

La novela arranca cuando Edmund Gundersen vuelve a Belzagor atraído por los recuerdos del pasado y por el sentimiento de culpa producido por los actos cometidos durante su anterior estancia en el planeta, donde ejerció con mano de hierro su cargo como gobernador.

La pérdida de valores tradicionales que el personificaba como colonizador y representante del antropocentrismo, y la no asimilación de la idea de la existencia de seres elefantiásicos como los nildores, auténticos dueños del planeta y dotados de una inteligencia emocional, espiritual y moral superior a la de los humanos, lleva a Gundersen a una transmutación de los valores: destrucción de antiguos valores y creación de nuevos que lo liberen de su sentimiento de culpa.

Para este fin emprende un viaje a lo más profundo de las selvas de Belzagor, un viaje iniciático para encontrarse consigo mismo y trascender, dejar atrás al último hombre. Ha tomado consciencia de la muerte de dios (nihilismo); nada tiene valor, ha perdido los valores de su propia tradición.

En su viaje por Belzagor, Gundersen experimentará la voluntad de poder que lo llevará a conocer la realidad de los seres que habitan el planeta y descubrirá el eterno retorno en el que viven: el constante renacer en un nuevo ser vivo distinto al que han sido anteriormente.

En contraposición con la moral y espiritualidad de los Nildores, que representan el espíritu apolíneo, de Apolo, dios de la belleza, los valores de la razón, la medida, es la moral de los señores, el equilibrio en la filosofía de Nietzsche, Silverberg coloca a los pocos habitantes terrestres que quedan en Belzagor, encabezados por la esposa de Kurt, y a los hedonistas turistas que lo visitan: clara representación de el espíritu dionisiaco, de Dionisio, dios de la orgía, de la desmesura, la embriaguez mística y la anulación de la conciencia personal, es la moral de los esclavos.
La voluntad de evolucionar lleva a Gunderser a realizar la ceremonia de trascendencia de los Nildores; ceremonia donde se trasforma en un ser emocionalmente superior. La prueba final del proceso de trasformación es la aceptación del resultado final del cambio como representación del eterno retorno de las cosas, es decir, asumir que han de volver a acontecer los sucesos del pasado. Es la prueba más dura a la que se enfrenta la voluntad de poder. Desear no sólo las cosas buenas sino también las “malas” y “negativas”. La idea clave del eterno retorno es la repetición, el ciclo que se ejecuta una y otra vez, sin que nada apunte hacia un estado final.

El final del viaje es la consecución de una nueva etapa de existencia: El superhombre. El superhombre es una figura colectiva, símbolo de todos aquellos dispuestos a realizar la transmutación de los valores y apropiarse de todos los valores de la condición humana. No es un ser superior al hombre, sino un hombre que vive su vida como “artista trágico”, según la propia definición de Nietzsche. El superhombre es la coronación de un proceso de trasformación espiritual. Ha comprendido la disolución de los valores tradicionales, no se engaña.

El final de la novela presenta a Gunderser trasformado en una figura mesiánica con la intención de redimir todos los pecados de sus congéneres, ayudarlos a conseguir la tan deseada evolución moral y espiritual que debe elevar a la raza humana a un nivel superior de existencia.

Así entiendo yo Regreso a Belzagor y así lo cuento. No tengo dudas sobre la influencia de Nietzsche en esta novela. Para lo que no encuentro respuestas es para el porqué la escribió y qué significa esta novela en su carrera literaria.

No conozco en profundidad la obra de Silverberg, prometo ponerme al día, para opinar sobre el significado de Regreso a Belzagor. ¿Significaba un cambio en la obra de Silverberg? ¿Un cambio en la propia literatura de ciencia ficción? Quién sabe, lo cierto es que después de haber leído Regreso a Belzagor tengo la sensación de haber descubierto uno de los más grandes escritores de ciencia ficción, y no sólo de ciencia ficción; Silverberg, al igual que Gundersen, también consigue trascender a un nivel superior en esta novela.

OTRAS VISIONES.

El rincon de Nacho

De Leyenda

El Kraken

jueves, agosto 09, 2007

VENCER AL DRAGÓN - Bárbara Hambly

Es difícil innovar en cualquier tipo de género literario, en la fantasía épica es quizá más difícil por la tiránica influencia que ejerce la obra de Tolkien sobre la estructurara de la historia que se narra y la tipología de personajes que intervienen en la narración. La continua repetición del argumento básico de este tipo de novelas de aventuras: lucha entre el bien y el mal, personaje predestinado, viaje iniciático, etc., ha producido un estancamiento que ha propiciado la degeneración de la fantasía épica convirtiéndola en un repetitivo subproducto de la obra de Tolkien destinado a un público juvenil al que, presuntamente, la calidad literaria le trae sin cuidado y consume masivamente la larga lista de “dragonadas” que componen el lucrativo negocio de las franquicias. Por suerte, de tarde en tarde aparece alguna excepción que merece ser mencionada. Es el caso de Vencer al Dragón, escrito por la injustamente olvidada Bárbara Hambly. Novela publicada por Ediciones B en la década de los 90 y recientemente recuperada por Byblos, la colección de bolsillo que le está quitando la etiqueta de descatalogado a títulos muy apetecibles.

Vencer al Dragón es una rara avís dentro de la fantasía épica. Destaca el agradable estilismo de la Hambly que coloca las formas literarias al mismo nivel que el fondo de la narración; un fondo que recrea una historia aparentemente tópica dentro del género fantástico: un campeón que debe vencer a un dragón y salvar el reino. La innovación viene por las características de los protagonistas de la novela, héroes humanizados en un mundo decadente donde se van perdiendo los valores tradicionales y, sobre todo, por lo moderno del planteamiento “secundario”: la reivindicación femenina de la conciliación entre la vida profesional y la familiar. Como se puede apreciar, el tema de que subyace en la novela es totalmente actual, lo novedoso es el decorado donde Bárbara Hambly escenifica sus quejas.

El argumento nos cuenta en un tono crepuscular los avatares a los que se tendrá que enfrentar la protagonista, Jenny Wynest, una hechicera cuarentona, madre de dos hijos y casada con el único caballero vivo que ha vencido un dragón: un modesto señor feudal que reparte su tiempo entre el estudio de viejos libros de ciencia y la cría de cerdos. Jenny siente que la dedicación a su familia le ha quitado el tiempo que necesitaba para trabajar sus dotes mágicas y llegar a ser una hechicera poderosa; sin este tiempo necesario para el estudio tan sólo ha llegado a ser poco más que una curandera. La aparición en el reino de un poderoso dragón, Morkeleb el negro, la lleva a ella y a su marido a viajar hasta la Corte Real. Allí conocerá a una poderosa y bella hechicera que tiene dominado al rey y en la que se mira y contempla lo que ella pudo ser y no ha sido. La lucha contra el dragón tiene mucho de simbólico el dragón no representa el mal, sino la naturaleza propia de todas las cosas; el dragón actúa como deber actuar, es fiel a su naturaleza, no pierde su identidad con meditaciones éticas o morales sobre las consecuencias de sus actos. La gran lucha de Jenny no es contra el dragón, es una lucha interior ya que el dragón Morkeleb simboliza todos sus deseos incumplidos de poder, libertad y sabiduría. El dragón que debe vencer Jenny es decidir entre volver con su marido y sus hijos o dedicarse en cuerpo y alma a su profesión: la magia.

El resultado final es una muy buena novela de fantasía épica adulta, escrita con gran elegancia y solvencia. Fantasía adulta que no deja de lado unas buenas dosis de magia y acción para mantener al lector pegado a sus páginas. Sin duda una lectura que agradará a los aficionados al género.
 
 
 
OTRAS VISIONES:
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